El historiador Carlos de Castro –1960, Castil de Vela (Palencia)– afirma que el torreón eumés, parada obligada para quien visita la localidad –alberga la oficina de Turismo y un centro de interpretación– es la arquitectura “más antigua y emplemática de la villa”, ya presente desde la fundación de la misma en 1270. Hace hincapié en que esto ocurrió cien años antes de que pasase a mano de los Andrade (1370), “en contra de lo que se pensaba”. Por ello, remarca que “es el Torreón de Pontedeume, no de los Andrade, como siempre se ha dicho”.

En su relatorio, el experto trató de explicar las circunstancias que supusieron su declaración como momumento histórico-artístico, con el foco puesto en la importancia de conservar el patrimonio. “El tener un monumento de estas carácterísticas es muy importante para una villa, se convierte en su emblema. Tenemos el acueducto de Segovia, la Alhambra de Granada, la Torre Eiffel de París... el torreón es lo más antiguo después de la desaparición del puente o la iglesia de los agustinos” El historiador pone el foco en que, “pese a lo que se ha escrito, no se construyó al mismo tiempo que el palacio, que lo encargaron los Andrade”.

Apunta, asimismo, a lo “azaroso” de su pervivencia en el tiempo. “Estuvo a punto de desaparecer. Creo que no lo hizo porque está hecho de mampostería y en una posición marginal. Si hubiese estado interrumpiendo la calle cuando se tiró parte del palacio para comunicar rápidamente con el ferrocarril, se hubiese derribado. De hecho, la parte de arriba que era de cantería y se desmanteló, porque en aquel momento la piedra era muy importante”, añade. 

De Castro apunta al elevado valor del patromonio arquitectónico de la comarca. “Tenemos los monasterios de Caaveiro, de Monfero, de Montefaro... además del castillo de Andrade y de este torreón”, enumera, añadiendo que cuando se declara bién de interés cultural “ya no hay solución para el palacio. El Concello de Pontedeume siempre ha tenido una necesidad de espacio para crecer, por lo que también se derriba la muralla”.

En relación a la conservación patrimonial, el historiador remarca que “no se puede juzgar lo que se hizo en el pasado con la mentalidad del presente". “Aquello era un inmenso caserón, de pastiche de diferentes épocas y de aspecto por fuera como una casa muy vetusta. Era una especie de caserón decrépito que realmente los Andrade lo habían usado como vivienda cuando llegaron a la villa. Pero no era un palacio que hubiesen embellecido para poner de manifiesto su poderío o su fuerza”, añade. “Por ello, el Concello lo vio en su momento como una carta blanca para derribarlo y ampliar la plaza, crear la avenida de Lombardero y los jardines. No se tenían los recursos, ni siquiera el Estado, para mantenerlo”.

De Castro remarca que las declaraciones de BIC de muchos momumentos de la comarca han sido tardías. “Monfero y Breamo fueron declarados en el 1935, Caaveiro en 1975. Ese proceso de concienciación de la sociedad, de las leyes que se aplican para ello, tardó en llegar”, indica, añadiendo que “el progreso de la sociedad conllevó la necesidad de tirar ciertos monumentos como, por ejemplo, el puente gótico. ¿Qué era más importante en el siglo XIX, la circulación rodada y mantener las comunicaciones norte-sur o el puente? Probablemente en la actualidad se hubiese tomado la decisión de mantener la infraestructura y construir otro. Pero hoy consideramos que el patrimonio nos proporciona una riqueza cultural enorme”.

En este sentido, el historiador apunta a la importancia de iniciativas como las que se han llevado a cabo con los centros escolares del municipio para educar en este ámbito. “Me parece algo fundamental. Aquí hemos investigado mucho, con la revista “Cátedra” que lleva ya 30 números. Creo que la divulgación a los alumnos es muy importante y para ello son necesario recursos como estas guías que se han elaborado”.