La Comisión de Festas das Peras lo tiene claro: “todos sabemos que nesta vila as festas comezan e rematan en Breamo”. Y es que en la jornada de este domingo no fueron pocos los que subieron a la ermita para participar en la tradicional romería –la segunda del año, tras la que se realiza cada 8 de mayo–.Un evento que pone punto final, para disgusto de muchos, al festivo verano del municipio.
Con la mirada puesta de reojo en el cielo –el veranillo no se cumplió en esta ocasión– y con la esperanza de que el tiempo perdonase, el entorno del templo se llenó de ambiente con el paso de las horas, con múltiples romeros llegados desde Pontedeume pero también desde otros puntos de la comarca.
El acto litúrgico comenzó en torno a la una y media de la tarde, precediendo a la procesión que reunió a jóvenes y mayores en torno a la imagen de San Miguel. Es aquí dónde comienza “el debate”: la tradición marca que hay que dar una serie de vueltas a la capilla para ahuyentar todo lo malo. Pero el número de las mismas varía –según al romero que se le pregunte– entre las siete y las nueve.
Las nubes cada vez más presentes en el cielo provocaron que algunos de los asistentes retrasasen su subida a Breamo. Mientras, los más decididos, acudieron con todo lo necesario para disfrutar de una comida campestre en familia.
Como es habitual, la Comisión de Festas das Peras sorteó los lotes de productos a los que se podía optar con la adquisición de las rifas. Una tabla de quesos y un vino, un alojamiento para dos personas, tatuajes, un bono de presoterapia o una sesión de fotos fueron algunos de los obsequios.
“Hoxe todos os eumeses e eumesas reecontrámonos coas nosas tradicións! Con esa romaría que impregna os nosos recordos, que ocupa un lugar destacado dentro dos mellores momentos das nosas vidas”, reflexionaba el alcalde, Bernardo Fernández, en sus perfiles públicos, deseando una buena jornada a la vecindad.