A partir de los 50 años es frecuente que las mujeres experimenten la desagradable incontinencia urinaria, una pérdida de orina involuntaria que afecta a la calidad de vida de la paciente. El doctor José Manuel Pardo Figueiras, urólogo del Hospital Ribera Juan Cardona de Ferrol, explica que no se debe asumir que sea algo normal e inevitable por la edad: “al contrario, existen siempre alternativas para el tratamiento y control de esta afección, siendo la evaluación exhaustiva de cada caso por el especialista el factor determinante para el éxito de las terapias”, asegura.
Una de cada cuatro mujeres padecerá de pérdidas de orina, una enfermedad que tiene una incidencia superior a la hipertensión arterial entre las mujeres. Aunque la causa natural es el debilitamiento de la musculatura del suelo pélvico asociada al paso del tiempo, hay diferentes factores de riesgo que pueden favorecer la aparición de una incontinencia a cualquier edad. “La multiparidad -haber tenido dos o más partos naturales-, el trauma obstétrico, el sobrepeso, ciertos problemas endocrinológicos -diabetes o hipotiroidismo, entre otros-, daños neurológicos o incluso el excesivo ejercicio físico, por ejemplo”, enumera el doctor.
De cara a su diagnóstico, el especialista debe realizar una correcta historia de la paciente. "El registro del hábito miccional es fundamental. En el examen físico se hace hincapié en la presencia de prolapsos vaginales, el estado de tonicidad del piso pélvico y la integridad de reflejos neurológicos”, explica Pardo Figueiras.
La realización de un estudio urodinámico es importante para la clasificación del tipo de incontinencia y determinar la integridad del sistema urinario. “Es un estudio ambulatorio que consiste en medir objetivamente las presiones de la vejiga y el abdomen con unos catéteres que registran también la presión en la cual se fuga la orina. Determina también la presencia o no de contracciones involuntarias de la vejiga”, explica. El Hospital Ribera Juan Cardona pone a disposición de las pacientes este tipo de estudios para que se pueda llegar a un diagnóstico preciso, que permita un tratamiento adecuado.
“En la incontinencia de urgencia el tratamiento es eminentemente médico. Se pauta una rehabilitación del suelo pélvico y se prescriben medicamentos por vía oral anticolinérgicos a fin de mejorar las contracciones involuntarias del músculo vesical. El uso de Botox (toxina botulínica) intravesical puede estar indicado si fracasan las anteriores medidas. Cuando es por rebosamiento debe tratarse la causa primaria que lo origina pudiendo ser necesario el autocateterismo de la vejiga, y para la incontinencia de esfuerzo, como es debida a una alteración de la anatomía, el tratamiento es quirúrgico, aunque si es muy leve se puede entrenar a la paciente en la realización de ejercicios que fortalezcan el suelo pélvico”, explica el especialista.
El doctor Pardo insiste en la importancia de un diagnóstico preciso del tipo de incontinencia y su causa, pero nunca resignarse a padecer sus consecuencias ya que hay soluciones que mejoran notablemente la calidad de vida de las mujeres.
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