El cine Duque de Alba, en el centro de Madrid, se dedicó durante más de siete décadas a proyectar películas, primero convencionales y en sus últimos años porno, lo que le convirtió en la última sala X de la capital, y, tras dos años de cierre, ahora reabre como “Sala Equis” y como espacio dedicado al ocio y la cultura. Los “aficionados al cine” acudían a sala para desahogarse al son de gemidos y cuerpos desnudos hasta que en 2015 se cerró dejando atrás los populares carteles de corte naif que elaboraba su propietario para anunciar las películas.
Dos años después, en la entrada al palacete se mantiene la antigua cartelera, y tres jóvenes se paran sorprendidos: “Esto era una sala porno y ahora tienen peliculones”. Sala Equis tiene la intención de que se mantenga “viva la esencia del cine”, asegura a Efe Laura Suárez, una de las responsables de este punto cultural.
Desde sus inicios el palacete de la Sala Equis ha estado ligado a la cultura. Entre los años 1913 y 1933 fue la redacción del diario “El Imparcial”, donde se elaboraba “Los Lunes del Imparcial”, el suplemento cultural más importante de la época y que dejó espacio para las plumas de nombres como Unamuno, Pío Baroja o Azorín.
Los primeros tonteos del edificio con el cine fueron en 1941, cuando se proyectaban películas clásicas como “Casablanca”, “Lo que el viento se llevó” o “Sonrisas y lágrimas”, pero fue entre 1979 y 1984 cuando comenzó su andadura con lo erótico. Suárez explica que la apertura de la Sala Equis está ligada al proyecto cultural iniciado en “El Imparcial”, un local en la misma calle centrado en la experiencia editorial y gastronómica. El grupo de cinco amigos que comenzó este plan quería mantener la vida cultural de Madrid y, para ellos, el cine es “una de sus gran pasiones”.
Esta Sala Equis podría haber sufrido lo que otros cines porno de Madrid como el de la calle de Postas, que desapareció en diciembre del 2012 para convertirse en una tienda de productos turísticos. Afortunadamente, la Sala Equis no ha corrido la misma suerte.