El espíritu Nate Davis despierta a la afición

El espíritu Nate Davis despierta a la afición
Davis se mostró emocionado e implicado durante el partido de los veteranos

A Malata ha conocido tiempos mejores, en los que el pabellón se “venía abajo” con una ovación o una pitada. De hecho, hacía mucho, mucho tiempo que 3.000 gargantas y 6.000 manos no se unían con un propósito único en ese recinto deportivo, demostrar a Nate Davis, el norteamericano que trajo a Ferrol el baloncesto moderno, que nadie le había olvidado. Toda la tarde tuvo cierto sabor “vintage” –apelativo que se aplica a objetos o prendas de ropa antiguos pero de gran calidad a los que se da un nuevo uso–, incluyendo a sus protagonistas. En el exterior, colas de treinta, cuarenta y cincuentañeros de ambos sexos con algunos reticentes retoños para entrar en el pabellón al que venían –cuando tenían su edad– para animar al OAR. Vestidos de corto, algunos de sus ídolos, como Manolo Aller o Ricardo Aldrey, acompañados de ferrolanos símbolos del basket que no hace tanto todavía jugaban como Suso García, Cobelo o Esmorís. Y entre ellos, el sexagenario Davis, que salió al parquet y lo intentó, eso sí, un ratito porque las rodillas no daban para más. Los colegiados, Uría y Tellado –ya saben, Alfonso Alfonso Tellado–, elegantes y serios –y alguno lesionado en el descanso– y la afición, entregada y divertida, jaleando cada gesto y animando a un Nate Davis que incluso intentó machacar el aro, por los viejos tiempos.
Y luego más colas, con aficionados rodeando las instalaciones para tomarse con él una fotografía o que les firmase aquel cromo o camiseta que encontraron guardado en el baúl de los recuerdos. Mientras tanto, los rivales de La Sidrería, los jugadores del Puertalia, salieron a calentar para su partido pensando que les había tocado un mal fin de semana para venir a jugar a Ferrol. El público animó al grupo local, pero cuando realmente “rugió” fue cuando Davis salió a la pista a la antigua usanza, desde el túnel y acompañado por los niños de las categorías de base, para recibir más abrazos, más regalos, más aplausos y más y más cariño de toda una ciudad, la misma a la que él escogió entre todas las que le conocieron para reencontrarse con el deporte que debería haberle hecho este homenaje hace mucho, mucho tiempo.

El espíritu Nate Davis despierta a la afición

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