La revolución de la información ha hecho que no sea necesario formar parte de las grandes pasarelas para poder inspirar con tus “looks”. El público ahora busca una figura más cercana a la que imitar el estilo de vestimenta, alguien que sea similar a ellos mismos. Primero fueron las blogueras de moda, pero desde hace unos años surgió la figura de las instagramers de la misma temática.
Laura Formoso Gandoy, natural de Sillobre, es una “influencer“ en ciernes de la comarca de Ferrolterra. Actualmente, su cuenta de Instagram @laurafgandoy está rozando los 4.500 seguidores. “No creo estar al nivel de que conmigo se pueda emplear el término ‘influencer’, simplemente hago lo que me gusta y veo que la gente lo valora.
A la fenesa siempre le interesó el mundo de la moda, pues desde pequeña disfrutaba cuando su madre le confeccionaba prendas. No obstante, fue hace tan solo dos años cuando decidió dar el paso y lanzarse al mundo de la moda digital. “Lo hice porque me gustaba muchísimo crear mis ‘outfits’ y posar para fotografías y veía que ese interés iba creciendo y cada vez lo hacía mejor. Hará año y medio fue cuando me lo empecé a tomar mucho más en serio y empezó a crecer mi cuenta”, explica.
Laura asegura que la clave para triunfar en este tipo de plataformas es tener un estilo propio. “Las copias no acaban de cautivar al público, más bien suelen disgustar. Por eso ser uno mismo es lo que más triunfa”, señala.
Sus grandes inspiraciones son Valentina Ferragni, Agostina Saraco y Jessica Goicochea. Además, confiesa que, por lo general, sus looks son bastante básicos. A veces cojo lo primero que pillo en el armario. Camiseta blanca o negra, vaquero y Converse. Cuando me lo quiero trabajar un poco más por lo mañana me pruebo delante del espejo diversos conjuntos, observando qué me queda mejor y con qué puedo combinarlo y por la tarde es cuando hago la sesión de fotos”, explica.
Precisamente la elección del sitio adecuado para las fotografías es una de las cosas que más dolores de cabeza le genera. “Al no viajar mucho, tengo que ir sin rumbo con mi novio en el coche para seleccionar sitios nuevos”, cuenta. Por otra parte, critica un poco la extremada preocupación de tener un “feed” estético. “Es todo demasiado recto y a mí eso no me acaba de gustar. Creo que hay que desviarse algo. No hay que estar tan preocupado constantemente por la estética y creo que no hay que privarse en sacarse una foto porque no sea acorde con tu ‘feed’ actual”, explica.
La joven aún sigue sorprendida por el número de seguidores que ha alcanzado “Soy de un pueblo muy pequeño en el que no hay ni 1.000 personas y ¡madre mía! yo con más de 4.000 seguidores ya me veo triunfando”, confiesa entre risas.
Aunque desde sus inicios empresas de moda pequeñas le habían ofrecido colaboraciones, hace apenas unos meses que las marcas grandes se han fijado en ella. Actualmente es embajadora de Dokotoo, Daniel Wellington, Rosefield, albsdesigns y Bosanova. “Ellos me mandan un producto y me dicen que me tengo que sacar un número determinado de fotos para subirlas a mi Instagram y darles publicidad. Yo lo que hago es currarme muchísimo esas imágenes y subir las máximas que pueda para que vean que me interesa y así poder colaborar con ellos más veces”, explica. Además ha empezado a realizar sorteos de productos entre sus seguidores, aunque confiesa que el que mejor ha funcionado es el de los “presets” con los que edita sus fotografías.
Sin embargo, este mundo no es tan bonito como lo pintan. Uno de los problemas a los que se enfrentan los creadores de contenido por Internet es a la sobreexposición que permiten las redes sociales. “No pensé en ello hasta que me llegó la crítica con mayúsculas y pensé ¿de verdad se ve todo tal cual lo hago?”, explica.
Con esto enlaza el segundo de los problemas, en un país donde criticar es el deporte nacional que las marcas envíen a una persona productos gratis genera demasiadas envidia y trae consigo las esperadas críticas. “He recibido pocas, pero algunas que molestan bastante porque si es un desconocido trato de hacer oídos sordos, al fin y al cabo no sabe como soy, pero si vienen de alguien que me conoce realmente si que duele. Mi madre me confeccionó un vestido espectacular para una boda y había bastantes comentarios diciendo que no era para tanto. Lo que me duele realmente es que no se valore el trabajo de mi madre que es la verdadera profesional, que se critique lo que yo hago me da igual, que digan lo que quieran”, cuenta. Además, añade que hay gente cercana que ha llegado a crearse cuentas falsas para criticarla “lo cual me parece absurdo, yo no tengo problemas en aceptar una crítica”. Por otra parte tampoco comprende los prejuicios de cabezas huecas que mucha gente asocia con quienes se dedican a la moda. “Yo creo que hay de todo. Algunas no serán tan inteligentes y otras sí. Hay gente que tiene carrera y está siendo ‘influencer’ simplemente porque le gusta. Yo considero que si es algo que de verdad le apasiona no se tiene que criticar si esa persona tiene estudios o no”, cuenta.
Laura añade otro problema las condiciones meteorológicas gallegas que hacen más duro y difícil llevar a cabo las sesiones de fotos, aunque gracias al apoyo de su novio siempre consigue un buen resultado. “Es un pilar fundamental, sin él no habría cuenta pues es quien me saca las fotos”, comenta.
La joven confiesa que lo mejor de dedicarse a esto es conocer a gente que hace lo mismo. “Hay muchas cuentas pequeñas que están olvidadas y yo considero que le dan mil vueltas a algunas de un millón de seguidores”, explica. Laura ha estudiado el ciclo de administración y actualmente le es fácil gestionar su perfil porque está desempleada. No obstante, cuando trabajaba usaba todos su tiempo libre en su pasión. “Supongo que si algún día mi cuenta crece mucho más tendré que tomar una decisión”, asegura. De momento, su objetivo es seguir inspirando, haciendo lo que realmente le gusta.