Hace unos días la Guardia Civil y la Policía Judiciaria lusa desvelaban los detalles del descubrimiento en Coímbra del garaje que sirvió a Resistencia Galega como depósito de explosivos. Un golpe que dejó “KO” a esta organización terrorista, la última autóctona que quedaba activa en España.
Y es que la detención a mediados del pasado año por parte de la Guardia Civil de los dirigentes de Resistencia Galega Antón García Matos, “Toninho”, y Asunción Losada Camba no cerró la investigación sobre este grupo, ya que para su total desarticulación era preciso desmantelar su capacidad logística.
Porque aunque sus líderes estaban ya en prisión preventiva, la organización aún contaba con material explosivo que podría ser utilizado, subrayan fuentes conocedoras de la investigación.
Obsesionados por su seguridad, la pareja había decidido instalarse en una casa abandonada de Fornelos (Pontevedra), donde fueron localizados, pero todas las líneas de investigación apuntaban a que la organización contaba con un depósito de explosivos que, con toda probabilidad, se encontraría en Portugal.
Tras meses de análisis exhaustivo de la documentación y del material informático intervenido después de la detención de los cabecillas, los agentes del instituto armado centraron sus sospechas en una casa de la ciudad lusa de Coímbra.
Con la estrecha colaboración de la Policía Judiciaria lusa e interminables jornadas de trabajo, los investigadores localizaron el garaje que había servido como último depósito de material para cometer atentados.
Tal y como informaron las autoridades portuguesas el pasado 19 de octubre, se intervinieron treinta kilos de pólvora, temporizadores, relojes y material para la falsificación de documentos.
Otras fuentes indicaron que también se encontró un sobre bomba preparado para su uso, lo que demuestra, a juicio de los expertos, la capacidad terrorista de la organización, que no había renunciado a la lucha armada.
Resistencia Galega, heredera del extinto Exército Guerrilheiro do Povo Galego Ceive, nació en 2005 como una organización extremista que propugnaba la independencia de Galicia.
Un objetivo que persiguió durante casi tres quinquenios sin descartar la acción violenta. De hecho, perpetró 60 atentados bomba bajo el lema con el que en sus orígenes anunció sus acciones: “Lo relevante no es lo que se golpea, sino a quién se golpea”.
Siempre dirigida por “Toninho” (se cree que él mismo confeccionaba los artefactos), la organización enfocó sus acciones contra sedes de partidos políticos, oficinas bancarias e instituciones públicas, entre otros lugares.
El preocupante aumento en volumen y peligrosidad de sus acciones dio lugar a que la Audiencia Nacional dirigiera, en coordinación de la Fiscalía, numerosas operaciones policiales contra su aparato militar.
Unas operaciones que permitieron redactar informes de inteligencia que sirvieron para demostrar en 2013, que Resistencia Galega era una organización terrorista. Esto llevaba aparejado el cumplimiento de penas más duras de cárcel para sus miembros, por lo que la organización redujo drásticamente sus acciones.
Así, su último atentado fue perpetrado en octubre del año 2014 contra el ayuntamiento de la localidad lucense de Baralla. Su autor fue detenido dos días después por la Guardia Civil.
Entre la documentación intervenida se localizó una lista de potenciales víctimas sobre las que se habían realizado informaciones, lo que suponía un peligroso cambio de estrategia hacia un endurecimiento de su actividad terrorista contra personas.
Debilitado el aparato militar tras esta última detención, la Guardia Civil continuó con su estrategia envolvente y en el año 2015 llevó a cabo la operación “Jaro” contra el entramado de apoyo constituido por la plataforma política Causa Galiza. l