Simular misiones en el espacio, entrenar como hacen los astronautas de la NASA o sentir la emoción de una cuenta atrás antes de un lanzamiento son algunas de las experiencias que los locos bajitos con ambiciones estratosféricas pueden disfrutar en Space Camp, que desde 1982 está situado en una ciudad de Alabama llamada Huntsville. Aunque no tiene la fama de Houston o Cabo Cañaveral, Huntsville también cuenta con una gran historia aeroespacial, hasta el punto de que su apodo es “The Rocket City”, La Ciudad de Cohetes. Fue en Huntsville donde Wernher von Braun diseñó el cohete Saturno V, empleado en la misión Apolo XI para llegar por primera vez a la Luna, y también en esta ciudad con una importante actividad científica se encuentra el Centro de Vuelo Espacial Marshall de la NASA.
Space Camp está situado junto al Centro Espacial y de Cohetes de Estados Unidos, un museo de la NASA sobre la conquista del espacio con un descomunal Saturno V presidiendo la sala central. National Geographic invitó a un grupo de medios a visitar las instalaciones de Space Camp para ver cómo los niños aprenden, mientras juegan, sobre los enigmas del espacio. Así, los pequeños, con monos azules de la NASA como si estuvieran preparándose para viajar al infinito y más allá, pueden dar tropecientas vueltas en el simulador multieje o experimentar la gravedad de la Luna gracias a un juego de arneses que les permite casi flotar en el aire.
El programa de Space Camp, con diferentes planes para niños de 9 a 18 años, también incluye lecciones prácticas de submarinismo o clases científicas sobre cómo construir el mejor aislante térmico para un cohete. La simulación al completo de una misión espacial, desde el despegue hasta el aterrizaje, es el punto culminante del entrenamiento, donde los niños deben unir esfuerzos para que todo salga según lo previsto.
Con puestos que van del comandante de la nave al director de vuelo en el centro de control, los participantes recrean la misión, incluidos los experimentos científicos o los paseos espaciales. Y, como todo es un juego, hasta se pueden reír cuando alguien suelta el peor presagio de un viaje espacial: “Houston, tenemos un problema”. Tras haber acogido a 800.000 personas de 150 países desde que abrió sus puertas, Space Camp, que también ofrece estancias para adultos, pone el énfasis en el trabajo en equipo y la colaboración más allá de razas y naciones, enfoque que recuerda a “Star Trek”. l