Pequeños cerdos de yeso, de apenas ocho centímetros de longitud, han sido colocados de forma anónima en las calles del casco histórico de Toledo y levantaron todo tipo de opiniones, desde que es arte urbano hasta que es juego o incluso algo diabólico, ya que la serie de cerditos está numerada hasta el 666.
Hace dos veranos, las calles de Toledo aparecieron con numerosos senos de colores en lo que fue una muestra de arte urbano firmado por la artista francesa Intra Larue. Sin embargo, en esta ocasión no está tan claro que sea arte urbano o tal vez una estrategia publicitaria, pero tampoco fue reivindicado de momento, aunque sí ha levantado “suspicacias” el hecho de que estén numerados hasta el 666 y que la figura elegida sea un cerdo. El artista toledano Fernando Barredo, profesor de Bellas Artes, analizó qué pueden representar las figuras, que a priori ve más “como un divertimento, un juego”. “Así como la intervención de aquellos pechos de colores era claramente una intervención artística y era un arte de calle, hasta cierto punto provocativo en una ciudad como Toledo que vive tan de espaldas a la libertad y al sexo, y tenía una autoría declarada, en este caso todavía nadie reivindicó la acción y no tengo tan claro que se trate de una acción artística”, dijo.
Barredo reconoció que el hecho de que la serie esté numerada hasta un 666 “puede levantar ciertas suspicacias o temores” pero principalmente entre personas “temerosas”. Y respecto a la figura de cerdo elegida, resaltó que no tiene por qué ser “una alusión clara” aunque en la Edad Media este animal “estaba asociado a la parte instintiva del ser humano, a la parte menos declarable de la conducta, a los pensamientos bajos y a todo lo que puede suponer el término rastrero”.
También se asociaba al cerdo, ha agregado, con “lo diabólico” en algunos aspectos, pese a lo cual este catedrático de Secundaria indicó que “es pronto para hacer especulaciones” y que, a su juicio, todo se debe “a un juego que no va más allá”. Turistas y toledanos se mostraron cuanto menos sorprendidos por la aparición de estas miniesculturas que a pocos dejaron indiferente. Un comerciante comentó que a los vecinos les extrañó, en cierta medida, la aparición de estos cerditos, aunque pronto sospecharon que podría ser alguna promoción artística relacionada con algún espectáculo local.
Algunos turistas también relacionaron la numeración que acompaña a estas esculturas con algún tipo de sorteo o premio, por lo que no dudaron en quedarse con las figuras. En el Ayuntamiento de Toledo no tienen “ni la más remota idea de lo que son ni a qué se deben” las figuras, según indicaron fuentes municipales, que también recuerdan que en la ciudad ha habido otras intervenciones artísticas en años anteriores. l