La Casa de Habsburgo dejó de existir un día antes, el 11 de noviembre de 1918, con la renuncia al Gobierno por parte del emperador Carlos I (1887-1922), lo que puso fin a casi 650 años de dominio político sobre Europa Central. En 1914, al inicio de la Primera Guerra Mundial, convivían en este imperio una docena de pueblos como húngaros, italianos, checos, eslovacos, eslovenos, croatas, bosnios, montenegrinos, serbios, polacos, ucranianos y rumanos. Juntos formaban el segundo país más grande de Europa y el tercero por población. Solo el Imperio alemán tenía más habitantes y el Imperio ruso era mayo y lo triplicaba en población. Con la derrota en la Gran Guerra en 1918, en lugar del Imperio Austro-Húngaro surgieron tres repúblicas: Austria, Hungría y Checoslovaquia. Los restantes territorios imperiales se unieron a estados como Italia, Polonia y Rumanía. Un siglo tras la renuncia de Carlos I, la llamada “Alianza Negro-Amarilla” (los colores de la bandera del Imperio austríaco) continúa venerando hoy la grandeza de la monarquía de los Habsburgo.
Nicole Fara, es la presidenta de este grupo, con cientos de seguidores en toda Austria, que proponen el retorno a una monarquía centroeuropea, no absoluta pero constitucional, con un emperador común a la cabeza. “Nos falta estabilidad y necesitamos una jerarquía clara, si no se produce el caos, como el que vivimos en la política actual”, asegura la jefa de la Alianza. El movimiento monárquico tuvo en las primeras décadas tras el final del Imperio cientos de miles de seguidores. Una “reunificación centroeuropea” dirigida por un monarca es una de las grandes reivindicaciones del movimiento monárquico, explica Alexander Schneider, miembro de la junta directiva de la Alianza.
La visión es unir seis antiguos países del Imperio: Austria, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Eslovenia y Croacia. “Europa Central es única en el mundo. En ningún otro lugar viven tantas culturas, pueblos y lenguas juntos como aquí”, recuerda este ingeniero en telecomunicaciones. La Alianza propone instaurar una monarquía hereditaria común y democrática para estos países, que juntos podrían actuar como “punta de lanza” para el proceso de unificación dentro de la UE.
“No queremos salir de la UE, al contrario. Europa central podría establecerse como un contrapeso a los grandes países europeos como Alemania, Francia e Italia”, asegura Schneider, al subrayar que los monárquicos austríacos son “demócratas puros”.