A diferencia de otras implicadas, Cristina Cifuentes sale del juicio por el caso Master todo lo limpia que podría. Ni cárcel, ni multa. Por la sencilla razón de que no se ha podido probar que cometiese el error de mancharse las manos pidiendo directamente la falsificación. Para eso, creen los fiscales, ya tenía a su entorno. Pero las sospechas no se juzgan, así que el precio a pagar por Cifuentes fue su dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid y su renuncia a continuar con su vida política. Un castigo que para algunos ya fue más que suficiente.