El virus que cambió la enseñanza

El virus que cambió la enseñanza
Pruebas de la EBAU en Ferrol, el pasado mes de julio | j.m.

Los centros educativos ponen la vista en el próximo curso con la esperanza de que la situación sanitaria permita aliviar los protocolos que se han implantado para evitar los contagios de coronavirus dentro de colegios e institutos. Aulas burbuja, mesas separadas, pequeños grupos de convivencia dentro de cada clase, zonas valladas, circuitos marcados en el suelo, patios sin toboganes, biblioteca a cuentagotas, material que no se puede compartir, compañeros con los que no se puede jugar, movimientos medidos y en fila de a uno, obligatoriedad de llevar mascarilla (recomendación en el caso de la etapa infantil),

ventilación en todo momento –bienvenidos ponchos, polares y mantas– y normas específicas para usuarios de comedor o transporte escolar han modificado la experiencia educativa en un curso en el que el derecho a la educación se ha preservado contra viento y marea.


Los escolares han cambiado los recreos multitudinarios y mixtos, los festivales navideños, los magostos, el Samaín, el Día de la Paz y la fiesta de Carnaval por pequeñas celebraciones en sus aulas. Y profesores y alumnado se han acostumbrado al ritual del gel hidroalcohólico, a las cuarentenas, los cierres de aulas, los cribados y la enseñanza virtual. Se ha aprendido sobre la marcha y también de semana en semana se han dado nuevas directrices para actualizar protocolos e implantar medidas nuevas.


Esta situación de pandemia no es inocua y la comunidad educativa sufre y sufrirá consecuencias emocionales. La Consellería de Sanidade ha anunciado la puesta en marcha de un Plan de Benestar Emocional, que empezará a funcionar este curso y se prolongará durante el siguiente, con el que detectar situaciones de malestar, ansiedad o sufrimiento y poder darles respuesta.


Una segunda fase incluye 24 actividades diferentes para dotar de habilidades a la comunidad educativa en cuestiones de bienestar emocional y resiliencia. También se plantea formación dirigida a las familias.


La tercera fase está ya específicamente centrada en el curso próximo, para dotar a los centros de recursos con los que afrontar la nueva situación que se plantee a partir de septiembre. Incluirá acciones específicas de formación en el ámbito de la salud mental, colaboración con otras entidades y asociaciones o concienciación sobre usos problemáticos de internet o videojuegos, entre otros temas

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