Todas las muertes impresionan, pero la muerte de los adolescentes que sufren acoso escolar y deciden quitarse la vida conmociona de manera especial. En los últimos días de mayo hubo dos casos. Primero fue Cristina, una chica de 16 años, estudiante de cuarto curso de ESO del colegio Sagrada Familia de la localidad alicantina de Elda que se lanzó al vacío desde un puente. Después lo hizo Arancha, otra chica también de 16 años, alumna de tercero de ESO en el instituto Ciudad de Jaén de Madrid, que puso fin a su corta vida arrojándose al vacío por el hueco de las escaleras de su casa.
Las dos estudiantes sufrían “acoso constante” que se concretaba en violencia física y verbal, persecución y amenazas, incluso de muerte, mensajes insultantes y vejatorios a través de WhatsApp… Eran objetivo de todas las burlas, pero lo más doloroso para ellas –y para cualquier adolescente– es el aislamiento social que conlleva el acoso, que está detrás de la mayor parte de los suicidios.
El relato de los hechos por los padres de ambas criaturas es escalofriante. Denunciaron el calvario de sus hijas en los respectivos colegios –los de Arancha también en la Policía– y se quejan amargamente de la pasividad de los centros que no actuaron con celeridad para protegerlas de los acosadores. Tras la muerte de las jóvenes, entre los centros y las consejerías de Educación se está produciendo un miserable cruce de acusaciones, cada cual para eludir responsabilidades.
Los estudiantes, en su inconsciencia, son crueles; los padres de los otros chicos, indiferentes; los profesores, saturados, a veces diagnostican el problema como “cosas de niños” y los centros, dice el juez Calatayud, en muchos casos tapan el acoso para no alarmar y mantener la fama.… El caso es que por una serie de errores en cadena dos jóvenes murieron en lo mejor de su vida –como Jokin en la muralla de Fuenterrabía o Carla en un acantilado de Gijón– y dejan a los padres y a su entorno familiar destrozados.
Las muertes son la manifestación más cruel del problema. Pero, según la presidenta de la Asociación contra el Acoso Escolar, un 6 por ciento de alumnos de Primaria y entre un 8 y un 10 por ciento de Secundaria sufren en silencio acoso escolar que marca sus vidas para siempre. Un dato aterrador que debería activar en centros de enseñanza, familias y autoridades académicas todos los medios para erradicar ahora esta lacra y evitar su aparición en el futuro.