Cómo creer que pueden nacer hojas verdes de un tronco que está vacío por dentro y sin raíces. Esta es la educación que estamos afrontando, una educación sin espíritu. El hecho de que facultades de filosofía estén desapareciendo en este país y que en el bachiller sea optativa, obedece a un plan para hacer personas cada vez más entregadas al sistema, menos fuertes por dentro y también menos críticas. Deleuze en un texto pequeño, pero intenso, se pregunta para qué vale la filosofía y asegura que la respuesta debe ser agresiva ya que la pregunta es irónica y mordaz. La filosofía no sirve a ningún poder establecido.
De todas formas oímos poca contestación por parte de los filósofos a esta agresión del sistema educativo. El filósofo continúa diciendo que la filosofía sirve para detestar la estupidez, hace de ésta una cosa vergonzosa. Esta desaparición de la filosofía, dentro de un plan más ambicioso de desaparición de todo lo que no sea rentable para el sistema, hace alumnos más débiles y más ignorantes aunque lleguen a ser ingenieros, médicos, abogados etc, porque esas enseñanzas anidarán en un terreno árido y seco, no productivo. Deleuze afirma que la filosofía hace hombres libres, es decir hombres que no confundan los fines de la cultura con el provecho del estado, la moral o la religión.
Qué universitarios queremos, qué políticos, qué ciudadanos, qué personas. Asistimos al final de la conversación, y por lo tanto al final de la ignorancia. Es desde aquí desde aquel solo sé que no sé nada, desde donde se puede conversar, aprender, escuchar. Quién a excepción de la filosofía se interesa por vencer lo negativo y sus falsos prestigios, asevera el filósofo parisino. Qué es lo que nos hace vencer nuestra propia vanidad y soberbia. La filosofía evita o pone límites a la estupidez y la educación es eso poner límites a nuestra propia bajeza como hombres. Luego vendrá la eliminación de la literatura, poesía y la lengua y así el círculo de analfabetos se cerrará.