stamos inmersos en un proceso de negociación de los presupuestos municipales. Por lo menos en el plano teórico. Lo digo porque en la práctica, nosotros trabajamos, fiscalizamos, consultamos, dialogamos y hacemos aportaciones y el gobierno municipal, calla, se cruza de brazos y deja pasar los días y las semanas sin afrontar su responsabilidad y sin tender puentes con la oposición, al menos con nosotros.
Está claro que este año tampoco han sido capaces de sacar adelante unos presupuestos en tiempo y forma. Otros gobiernos sí lo han conseguido en Ravella. No me refiero a los anteriores socialistas y nacionalistas, que pasaron a la historia de esta ciudad por prorrogar ejercicio tras ejercicio unas cuentas que se volvieron irreales y que desembocaron en un agujero de más de mil millones de pesetas. Me refiero al gobierno del PP, que sí lo hacía.
Tras muchos días de espera, más de 100, y de palos en las ruedas al fin se rindieron a la evidencia y nos convocaron, a regañadientes, según mi sincera opinión. Y nos sentamos para hablar de presupuestos. La ilusión duró poco. Ni un solo documento de los que nos “debían” pusieron encima de la mesa tras más de un mes de aquella primera reunión. Más de un mes perdido en negociaciones oscuras y opacas con otros grupo y concejales no adscritos, que por lo que se ve no acaban de cuajar. Y una confesión bastante evidenciadora: “No tenemos muchas esperanzas de llegar a acuerdos con vosotros”, nos espetaron. “Pues no será por nuestra parte”, es mi respuesta al desafío.
Trabajar con todos los elementos en contra es muy complicado. Pero para un partido con vocación de gobierno, con el aval de miles de ciudadanos, con la experiencia de gestión y de fiscalización y con las ganas renovadas que tenemos no supone un inconveniente para seguir adelante. Estoy orgullosa de mi grupo municipa, de mi partido y de mis compañeros. Y lo estoy también de aquellos vecinos que nos vuelven a ver con ojos ilusionados y entienden que muchas veces el camino más corto para lograr mejoras en su día a día es transmitírselo a este partido. Llevamos meses acudiendo a las parroquias y transformando el enfado de los vecinos y vecinas en mociones aprobadas en pleno y por tanto exigencias ciudadanas a este gobierno. Así se hace oposición.
Nosotros hemos sido rigurosos y escrupulosos con las formas y con los tiempos. Hemos hecho nuestros deberes. Le hemos presentado por registro nuestras medidas (que por cierto ni se habían estudiado para la reunión). Se las hemos explicado, una por una. Hemos informado a los medios de comunicación y se las explicaremos una y mil veces a todos aquellos que quieran escucharlas. Otros no pueden decir ni hacer lo mismo. Otros optan por hacerlo a escondidas. Nunca entenderé por qué no lo cuentan…
Las “líneas rojas” son sinónimo de prohibición, de barreras, de vetos… No comparto el concepto, no me gusta. Nosotros hemos puesto encima de la mesa todo lo contrario. El PP marca sus “líneas azules”, que son las propuestas a seguir para hacer una Vilagarcía más amable, más social, más atractiva, más justa y más moderna. La política social, la seguridad vial, el turismo y la promoción económica y el cumplimiento de los acuerdos plenarios de la ciudadanía son las más destacadas del total de 68 aportaciones que hemos hecho. Seguimos trabajando. Seguimos esperando la información que nos deben. Ojalá todo el mundo pusiese más “líneas azules” en su concepto de ciudad y de política y se dejasen de tanta línea roja, que no conducen a nada…