La información es buena cuando se sabe gestionar adecuadamente. Cuando recibimos exceso de información o no estamos capacitados para manejarla es cuando empiezan los problemas. Hasta no hace mucho, las fuentes de las que obteníamos esta información eran limitadas. El periódico por la mañana, las noticias de la radio y la televisión a mediodía y a la noche y algún cotilleo que nos podía llegar de los vecinos de nuestro barrio. Hoy este panorama es totalmente diferente y la información no solo nos llega por múltiples canales, sino que además lo hace de una forma constante e incesante.
Un ejemplo tenemos con la crisis del coronavirus. Casi a cada hora estamos recibiendo boletines y actualizaciones, los periódicos on-line nos ofrecen un seguimiento al minuto y además por nuestras redes sociales nos llegan noticias, audios y vídeos que nos ofrecen lo último sobre el coronavirus. Lo cual en estos días que corre no es decir mucho, cuando a los pocos minutos ya se han generado nuevas evidencias.
En todo este maremágnum saber discernir que es cierto de lo que no resulta complejo. Acudir a las fuentes oficiales parece un buen consejo, hasta que llega el cuñado de turno a decirnos que esa información está censurada, que no nos cuentan toda la verdad y que él conoce a un cardiólogo que le ha contado de muy buena fuente que todo es mucho más catastrófico de lo que nos quieren contar.
Ahora además con las medidas de confinamiento a las que nos estamos viendo obligados para intentar controlar la curva de la epidemia resulta mucho más tentador buscar información por todas partes. Queremos saberlo todo porque eso nos da una falsa sensación de seguridad. Cuando a veces lo mejor es desconectar un poco para intentar despejarnos del monotema. Y eso es lo que recomiendan los expertos. Para poder gestionar la ansiedad que nos está causando esta situación es mejor estar un poco menos informados y un poco más entretenidos con otras cosas.
No quiere decir esto que nos despreocupemos y nos tomemos a la ligera al coronavirus. Es cierto que sigue siendo una enfermedad que en la mayor parte de los casos se produce de forma leve. Eso no es excusa para tomarse este confinamiento como unas vacaciones. Pero tampoco es necesario saquear los supermercados como si estuviéramos al borde del apocalipsis. En el término medio está la virtud.