Podemos, una formación política que se muestra rápida y aguda en el diagnóstico de lo que sucede a los demás partidos, anda desconcertada ahora con lo que le sucedió el pasado día 26. Y ha encargado un estudio que analice por qué la realidad no se correspondió con lo que vaticinaban las encuestas. Tampoco hay que ser politólogo de Harvard para dar una respuesta: las encuestas fallaron estrepitosamente, como fallaron el 20D, sólo que en otra dirección. Si aquellas prometían el paraíso de los emergentes a Ciudadanos y relegaban a Podemos a la cuarta posición, estas no han sabido ver el crecimiento del PP ni acertaron en el sorpasso, que apenas duró sesenta minutos, el tiempo transcurrido entre el cierre de las urnas y la consolidación del escrutinio.
Pero este es un fallo que deberá analizar un congreso de sociólogos para saber si los encuestadores preguntan fatal o es que los ciudadanos mentimos divinamente. Podemos debe dar gracias al destino que, en esta ocasión, les ha soplado con el viento favorable de la injusta Ley Electoral. Porque roza el milagro que habiéndose dejado más de un millón de votos en las elecciones no hayan perdido ni un solo escaño. Ciudadanos con 300.000 votos menos se ha quedado sin ocho diputados, por ejemplo.
Y a partir de ahí deberá revisar su estrategia en los últimos seis meses, que son los que hemos juzgado los electores en las urnas. Una confluencia que no convenció a la totalidad de los militantes de ambas formaciones y, por lo que se ve, de sus potenciales votantes. Un viaje ideológico en busca de la centralidad que, por lo que se ve, dejó muchos huérfanos en los márgenes. Un sobreliderazgo que no se correspondía con el magma político aún sin consolidar que está en el ADN de la formación. Una soberbia que, en ocasiones, ha estado por encima de su representación parlamentaria con el que contaban. Y, sobre todo, una apuesta arriesgada que ha salido mal: jugaron a sobrepasar al PSOE para capitanear la caída de Rajoy y hoy el PSOE está en donde estaba pero Rajoy está más cerca de repetir como presidente, lo que es de nota. Y ellos no son los responsables exclusivos de la situación pero es su parte de responsabilidad la que tienen que analizar para no repetir errores de cálculo. Y no parece muy difícil hacerlo.