800 millones de personas pasan hambre, literalmente, en el planeta. Cantidad de países con grandes niveles de pobreza extrema y fuertes desigualdades, principalmente en América latina, en África o en Asia.
Por si fuese poco, España es uno de los tres países de Europa con mayor nivel de desigualdad, a pesar de que el sistema de servicios sociales se haya desarrollado intensamente en los últimos treinta años, pero necesita mucho que mejorar. A estas alturas, aún no es una realidad la garantía de unas rentas mínimas que garantice una protección social digna y adecuada para todos los ciudadanos, de una manera real y efectiva.
La realidad, y los propios expertos económicos, nos indican que las futuras generaciones van a vivir mucho peor que nuestros padres y abuelos. Esto por repetirlo muchas veces no va a cambiar la situación como no adoptemos las medidas correctoras oportunas. Tenemos que tomar conciencia de la necesidad de una movilización social para que los gobernantes y los organismos internacionales, como la ONU, cumplan con los Objetivos de Desarrollo del Milenio para erradicar la pobreza y el hambre en todo el mundo antes del 2.030.
Lamentable que en el siglo XXI siga habiendo millones de personas “muriéndose” de hambre en el mundo, es que algo falla en el sistema, que no es bien gestionado por parte de nuestros mandatarios que se limitan a tomar medidas cortoplacistas.