Cuando parece que ya tenemos al coronavirus acorralado siempre surge algo que nos hace desandar el camino ya recorrido. Pasó con la cepa británica, más virulenta en el contagio y más mortífera, y, ahora, nos vuelve a pasar lo mismo con la cepa india. El país asiático está en una situación crítica. Cerca de cuatro mil muertes diarias y alrededor de cuatrocientos mil contagios en cada jornada. Su endeble infraestructura sanitaria está a punto de quebrar por todas las esquinas y la OMS hace un llamamiento desesperado para que se envíe ayuda a aquel país. Sabemos, por la experiencia adquirida, que ayudar a India será ayudarnos a nosotros, ya que evitaremos, en cierta medida, la propagación de esta nueva variante a la que parece que las vacunas no son capaces de atacar. En Italia y en Alemania ya han aparecido casos y es posible que en Galicia también lo tengamos ya. ¿A qué esperamos para mandar esa ayuda?