Hace casi cuatro años, buscando un envoltorio que representase a Galicia para conservas gourmet, Gema Neira contactaba con Rosa, “redeira” de Corme y así nacía Cholita. Sus primeros productos eran bolsos realizados con redes del mar y ahora sus productos han evolucionado hasta el mobiliario urbano.
¿Cómo empezó la creación de productos a través de otros que se desechaban?
Empezamos a hacer unos bolsos para todo que llamamos “Cholita”, con dos tipos de redes, de cerco y atuneras y otro modelo artesanal que es una red hecha según el sistema tradicional de reparación de redes. Todas nuestras bolsas y bolsos llevan nombres de mujer en homenaje a este silencioso colectivo que tanto ha dado a la mar desde tierra.
Precisamente la creación de bolsos de redes permitió, además, que muchos conociesen el trabajo de las “redeiras”...
Uno de los pilares de nuestra empresa es convertir residuos en oportunidades y el primero que se “enredó” en nuestro camino fueron las “redes fantasma” y la puesta en valor de un oficio de toda la vida que tendía a desaparecer y que estas nuevas oportunidades consiguen que exista un pequeño repunte de relevo generacional y que una “redeira” lleve su trabajo desde el muelle a la más fashion de las tiendas de moda.
¿Qué otros materiales de desecho emplean para sus productos y que material se crea con ellos?
La trayectoria profesional de casi dos décadas en el sector de equipamiento urbano y el viajar te da un conocimiento de materiales y sectores que todavía no estaban “de moda” por España y es ahí donde hace 18 años descubrí en Alemania que transformaban residuos del contenedor amarillo, es decir mix de plásticos, aluminio, cartón y madera, en elementos constructivos con unas características similares a la madera pero sin mantenimiento y reciclados y reciclables. Así, el día que te canses de tus jardineras, las fundimos de nuevo y hacemos papeleras.
La intención siempre fue llegar a fabricarlo en Galicia, gestionar y transformar nuestra basura en elementos que reviven al servicio de las personas y el planeta con infinitas vidas. De hecho, nuestro material gallego se enriquece con redes fantasma y palas del sector eólico que se empiezan a sustituir y otros residuos generados en actividades muy comunes que estamos probando. Hay una continua investigación de residuos que llegan a nuestras manos.
El nombre elegido para nuestro material es Onenowood, una no madera que define perfectamente su personalidad y caractrísticas.
No siendo una empresa radicada en esta comarca, creo que trabajan con una empresa de As Somozas, ¿cuál es la colaboración y como surgió esa posibilidad?
En ese empeño de instalar la fábrica en Galicia, visitando naves, buscando la mejor maquinaria de mundo, etc. nos enteramos de que había una fábrica en Galicia, concretamente en As Somozas, que no utilizando la misma composición para lo que ellos fabrican (perfiles y palets) podía encajar perfectamente en nuestras necesidades, tanto de fabricación como de composición de materias primas de Onenowood y sumar sinergias, además de brindar toda nuestra colaboración necesaria desde el minuto uno.
El mobiliario urbano nacido del reciclaje es otro de sus productos. ¿Qué se puede conseguir de la “basura”?
Primero y superimportante es no enviar a vertederos o a incinerar toneladas de basura que tiene unas posibilidades infinitas como Onenowood.
Es necesario eliminar partidas como la del mantenimiento en las compras de este tipo de elementos que son los que hacen ciudades y pueblos amables y cómodos. Hay que visualizar de forma real que esa transformación es posible, siguiendo la trazabilidad de la basura. Poder llegar a hacer del contenido el continente.
En el caso de lo que hay en una papelera urbana, para Cholita es un orgullo generar algo nuevo, y te puedo hablar también de la cantidad de personas, empresas, e industrias que se mueven en la elaboración de estos elementos, desde el gesto de un niño que tira el yogur en el contenedor adecuado a la empresa de corte al agua, serigrafía, transporte, instaladores, etc. y en la parte de ecodiseño arquitectos, diseñadores, etc.
¿Las administraciones hablan de sostenibilidad, pero se opta lo suficiente por estas posibilidades de mobiliario nacido del reciclaje a la hora de contratarlo para una localidad?
A mí me encantaría que estuvieran convencidos de transformar, de dar una nueva vida a través del ecodiseño a los residuos que genera su propio entorno, y que la apuesta fuese real. Para poner en valor cuantas más toneladas mejor, necesitamos su ayuda. No se trata de recoger basura y ya está, la verdadera economía circular es intentar residuos cero y el que tenga que existir, que se pueda convertir en un producto útil.
Buscamos involucrar en nuestros proyectos, muy a medida, a todos los actores que necesitamos para que esa línea propia tenga el carácter y el cariño de su pueblo. Que un arquitecto o diseñador de proximidad pueda aportar, por eso tenemos líneas estándar pero lo que nos encanta es que el mobiliario de identidad.
¿Está reñido que un producto sea reciclado para que sea bonito o de diseño?
Para nada, invitamos a todo el mundo a ver nuestro catálogo y verán que el diseño es la puesta en valor de nuestro material. Existió esa creencia porque antes lo reciclado solo venía de otros países y había mil intermediarios que iban encareciendo el producto y no se tenía en cuenta si era más o menos bonito.
Creo que colaboran también con entidades sociales para la elaboración de algunos de sus productos. ¿Es así?
La economía circular aparte de ser la economía que cierra el circulo entre materias primas y su nueva vida, es la economía de la ética y de los valores, por esto no queda nadie fuera y donde existan unas manos que puedan empaquetar, por ejemplo, tenemos mano de obra óptima para llegar al reto del producto final.
Cuanto más de proximidad podamos obtener todos los recursos necesarios, más competitivo y más sostenible es un producto y todos y cada uno de los elementos de la cadena aportan valor.
Imagina personas que a través de programas de inserción social no solo encuentran un trabajo en su entorno, si no que están dejando su aportación a un mundo mejor y cuando hacemos las cosas bien nos sentimos bien.
¿Qué buscan con estas colaboraciones?
Proximidad en la cadena de valor de los elementos que salen de Cholita y los lugares a donde van destinados. Poner en valor a personas que seguramente no sabían las habilidades que tenían y las posibilidades laborales a las que pueden acceder. También hacer un entorno realmente integrador e inclusivo.
¿Todos los residuos pueden ser reutilizables?
Seguramente algún residuo de residuo no pueda ser recuperado pero yo te puedo decir que cada semana llegan a Cholita propuestas de residuo que tenían un destino preestablecido, de vertedero o incineración, y que encontramos una nueva vida útil y muy útil para las personas.
¿La adquisición de productos transformados o reciclados supone un mayor coste para el comprador?
Para nada, sólo piensa en el coste de la materia prima. Cuando te encuentras detrás de las empresas de gestión de residuos, personas que quieren hacer un mundo mejor, sabes que no todo es no ha sido fácil para llegar hasta aquí y conseguir tener una hoja de ruta clara. Pero cuando está todo cerca y no necesitas hacer miles de kilómetros para conseguir tu objetivo, los costes son muy asumibles.
¿El cliente mira más el precio o el origen de estos productos, es decir, hay concienciación suficiente?
Ahora mismo la gente mira mucho el origen, el camino y el destino. Es el momento de limpiar mares y conciencias, fabricando realidades útiles y, además, es posible.
¿Qué cantidad de residuos se necesita para generar un nuevo producto y de dónde lo obtienen?
Cada elemento tiene su peso, por lo tanto la cantidad de residuo es diferente. Por ejemplo un banco público pesa sobre 100 kilogramos, con lo que estamos transformando 120 kilos de basura, además de asentar conciencias. Una papelera, sobre 60 kg, con lo que estamos reviviendo 75 kilos de basura. El asa de nuestras bolsas es de 22 gramos cada una, pero cuando alguien lleva una bolsa “Claudia” lleva un mensaje de sostenibilidad única.
Tenemos un convenio con Sogama para transformar 3.000 toneladas al año aparte de los que nos van apareciendo siempre bajo la premisa de transformación en algún elemento útil.
Proyectos como Ártabro Inclusivo, a pequeña escala, responde un poco a lo que ustedes hacen...¿es una utopía que se puede crear casi todo de lo que ya se ha desechado o todavía queda mucho camino por andar?
Queda todo por hacer porque la realidad es que hay muy pocas apuestas como Ártabro Inclusivo o Cholita. Hay mucho humo alrededor y muy poca gente que demuestre.
Por eso le doy mi enhorabuena, porque todos empezamos a pequeña escala, y todo cuenta.
¿Es necesario todavía avanzar, con respecto a lo mejor a otros países, en demostrar que, hoy por hoy, lo más importante no es generar nuevas cosas sino aprovechar las ya existentes?
Es necesario comunicar, dar visibilidad a las apuestas reales que ponen sobre la mesa que residuo es igual a oportunidad, porque además seguro que están generando otra serie de riqueza y valores en su entorno y esto nos situará en el mapa de países que sí apuestan totalmente por la sostenibilidad.
Yo pediría a las administraciones que no decepcionen a las personas que ponen ilusión y trabajo en diferenciarnos a través del ecodiseño.
¿Tienen en mente ya algún nuevo proyecto?
Lo apasionante en Cholita es que cada semana tenemos retos nuevos que nos sorprenden y emocionan. Ahora mismo estamos con gente que se dedica a la gestión de la basura electrónica, pero no a la “cara” sino al plástico que recubre el cable y las carcasas de ordenadores que pasan a revivir como bolardos. De hecho, un total de 15 toneladas de basura electrónica equivalen a 6.000 bolardos.
Algo que también nos está apasionando ahora es la posibilidad de transformación de velas de barcos en desuso, que vienen “de ganar regatas a ganar tu corazón”, en bolsas, pérgolas y “equipamiento contract”, a través de la colaboración con Salvador Corroto y Juan de la Velería Finishterra Sail.