Días nostálgicos y llenos de recuerdos entre el personal de Casa Toñita, especialmente entre su hija Mariluz y su esposo José, motores fundamentales del negocio en los últimos tiempos. “Chegamos aquí cando a miña sogra se puxo enferma, hai xa corenta anos, e xa non paramos”, afirma José, quien asegura que estos días están siendo “tristes ao pensar todo o que se deixa atrás, a tantos clientes e amigos, pero tamén felices ao pensar que por fin adicaremos o noso tempo a cousas que de verdade son importantes, como a familia”. Y es que según explica uno de los responsables de Casa Toñita, “en todos estes anos de moito, moitísimo traballo nunca puiden ir a una función escolar da miña filla, nin a aniversarios, nin a celebracións varias, perdín gran parte da súa infancia porque siempre tiñamos que traballar, isto é como unha roda que te atrapa e non podes saír, sempre hai compromisos, pero agora chegou o momento de gozar tamén do que virá, entre outras cousas un neto que ven en camiño”, afirma.
No habrá relevo generacional y tampoco han encontrado a nadie de confianza para que siguiera adelante con el negocio. “Contemplamos a posibilidade de que alguén seguira co negocio sen nós ao fronte, pero non atopamos a ninguén da nosa total confianza e entón preferimos desvincularnos por completo e vender, deixando de trabajar nel pero tamén de pensar no restaurante”, asegura José.
Podría decirse que la despedida será por todo lo alto ya que Casa Toñita ofrecerá su último servicio el en la jornada de hoy con todo reservado ya y sin posibilidad de atender muchas de las peticiones que les han ido llegando estos días. No ha sido casualidad que hayan escogido esa fecha para echar el cierre, ya que coincide con la Festa do Requeixo de A Capela, una cita que congrega a numeroso público. Visitantes y los asiduos del domingo tendrán ocasión de degustar por última vez esos platos de la cocina tradicional gallega que tanto gustan. “Os clientes de sempre aproveitan estas semanas ao máximo e todos din o mesmo: veño comer por última vez o rape en salsa, a carne asada ou o cabrito..., outros lamentan que este inverno non poderán levar para a casa ou degustar aquí os callos ou o caldo, pero é o que hai, eu seguiría adiante outros corenta anos máis pero non pode ser”, asevera.
Nós aprendimos a traballar coma Toñita, ela nunca dicía que non a un cliente e nós tampouco
Y es que, como José indica, dejarán atrás un trabajo muy exigente pero también un modo de entender la gastronomía, una filosofía que ha ido cambiando. “Nós aprendimos a traballar como Toñita, ela nunca dicía que non a un cliente, e nós tampouco”. Recuerda como en una ocasión, con todos los salones llenos uno de sus clientes quería celebrar como fuera la comunión de su nieta. “Non había sitio ningún, nin xardíns, nin salóns, nin comedores, entón ofrecímoslle o único que se nos ocorreu; na sala do hostal, un espazo diáfano que transformamos nun comedor por un día, empregamos dúas habitacións para usar os baños e, amañado, eles quedaron moi contentos e nós tamén”, recuerda. Con esos recuerdos en la mente, la mayoría agradables y satisfactorios, y miles de anécdotas José y Mariluz inician nueva etapa. Deseamos sea tan placentera como lo fue dirigir Casa Toñita, eso sí, con menos trabajo y mucho más relajada.
Asegura José que en estos cuarenta años que ha estado al frente del negocio junto a su mujer –y durante unos años también con el hermano de ésta–, habrán dado de comer a decenas de miles de personas. “Ata fai un tempo levaba a conta pero xa non”. Encadenar comidas y cenas con una boda en viernes, otra u otras en sábado y en domingo era algo habitual en Casa Toñita en los últimos años, si bien también se han resentido por la pandemia, “aínda que aquí non estabamos mal, a xente non podía saír doutros concellos e vir comer, e nós sempre vivimos da xente de fóra da Capela, iso, como a tantos negocios, fíxonos moito mal e aínda hoxe pagamos as consecuencias daquel parón obrigado”. Por sus salones de bodas pasaron personalidades, famosos, gente común que disfrutaba de las típicas bodas multitudinarias con menús largos y completos en los que el sabor era la nota predominante. Una de las bodas más grandes que atendieron en el local fue precisamente la suya. “Fomos 550 persoas”. Pero recientemente también atendieron una boda gitana con más de 600 invitados. “Foi a primeira que tivemos e fíxonos moita ilusión”.
La familia pondrá en venta el restaurante y se desvinculará por completo de lo que ha sido su vida durante más de medio siglo. Dejarán atrás el legado de Doña Toñita, que generó cientos de puestos de trabajo y ofreció exquisitos banquetes a miles de personas llegadas de toda la provincia, Galicia y también de otras localidades de España, especialmente madrileños. Mucho ha cambiado desde que Doña Toñita se embarcara en 1957 en este proyecto ubicado en un enclave tan particular como As Neves. La apuesta no ha podido salirle mejor. Muchos años y mucho trabajo después el negocio consta de 3.000 m2 de superficie construida, un hostal de dos plantas, tres comedores, jardines y cafetería. Como apunta José, “as vodas xa non son como antes, son moito máis pequenas”, pero pese a ello confían en que alguien se anime a hacerse con la mítica propiedad.