Ni siquiera las inclemencias del tiempo que trajo consigo Herminia este domingo pudieron echar por tierra el poder de convocatoria de la ya tradicional bendición de mascotas y peluches que llenó la iglesia parroquial de San José de Ares, una cita que comenzó en el municipio en el año 2019 y que se extiende por otros lugares de la península de Bezoucos.
No en vano, los animales también acudieron durante el fin de semana a las iglesias de Limodre, Lubre y Cervás. Sin duda, el párroco que se ocupa de todas ellas, Antonio García de las Heras, ha tenido mucho que ver en la implantación de una celebración singular que, a la vista está, entusiasma a gente de todas las edades.
A las 12.30 horas comenzaba la misa, presidida por la imagen de San Antonio Abad o San Antón, representado junto a un jabalí por la encomienda de ser el protector de la fauna. Mientras las primeras filas las ocupaban los más pequeños, en su mayoría portando peluches de animales —aunque también de unicornios, Pokémon o Bugs Bunny que incluso se chocaban simpáticos para darse la paz—, el resto de bancos estaban ocupados por perros, gatos, pájaros, peces e incluso una tortuga, junto a sus compañeros humanos.
Omar, un gato callejero pero muy sociable, acudió junto a Andrés por primera vez a la bendición. También eran primerizas la gata Nunu y María, su dueña. Más expertas eran la tortuga Miranda, acompañada de Alba, o el pez Mandarinas, que se llevó su pecera a cuestas para estar con Lucas por segundo año. Otros como Chia y Shiver, una juguetona pareja de perros de raza Bichón Maltés, ejercían de veteranos.
Entre oraciones y cánticos, este domingo se permitían maullidos y ladridos en el templo aresano. Es más, el sacerdote se centró en ellos en su homilía, que empleó para distinguir “dos tipos de mascotas: las vivas y los peluches”, inculcando a los pequeños que los animales suponen una responsabilidad porque “forman parte de la familia” y hay que “cuidarlos, sacarlos a la calle, darles cariño y alimento porque son parte de la Creación”.