El cansancio de Sara Guerrero acumulado tras más de doce horas de viaje y tres días intensos de competición desapareció sin dejar rastro al recibir una inesperada bienvenida en las oficinas de su club, el Náutico de Narón. Familiares, amigos y miembros de la entidad esperaban a la subcampeona continental de relevos mixtos, queriendo felicitarla y darle una calurosa llegada a casa. “Me quedé hasta el final”, comenta Guerrero, “volver así da gusto”.
Guerrero regresó a Narón con una plata colgada al cuello y una medalla de “chocolate” tras un gran Europeo sprint disputado en Turquía, y en el que fueron “cuatro amigos” los que consiguieron proclamarse subcampeones continentales en relevos mixtos. A. Esteban Basanta, José Ignacio Gálvez, Cecilia Santamaría y la propia Guerrero “nos hacía mucha ilusión poder correr juntos”, comenta la del Náutico de Narón, “no sabíamos quiénes íbamos a correr –en chicas– y por suerte a Cecilia y a mí se nos dio muy bien y formamos en el relevo. Nos hacía mucha ilusión porque ambas ya lo habíamos hecho en los Juegos Europeos –fueron quintas– y además fue la primera compañera que conocí de triatlón. Desde que somos cadetes, desde el primer día que estuvimos en la selección, fuimos juntos y nos hacía mucha ilusión”.
Más allá de esta alegría inicial, estos amigos sabían que si tenían un buen día “se nos podía dar bien”. Y así fue, “y más después de cómo nos había salido a Esteban y a mí la cita individual”. Con cada uno de ellos cumpliendo su papel a la perfección, sólo el equipo de Gran Bretaña, fue capaz de superar a un grupo español que acabó “supercontento, porque además es la primera medalla que consigue España en un Europeo de relevos”, comenta la naronesa. Que, cabe recordar, es modalidad olímpica –”no es una medalla cualquiera”, añade Guerrero, “y lo que se prevé es que el triatlón se va a convertir en eso, pruebas explosivas y cortas”–.
Si bien, previo a esta alegría, la del Náutico sufrió un auténtico bajón, cuando poco más de un segundo se interpuso entre ella y el podio individual.
“Acabé la carrera mas rabiosa que contenta, porque tuve un fallo en la transición –es lo que tengo que entrenar ahora, porque fue lo que me hizo perder la medalla–, me bajé mal de la bici, me quedé encerrada y no podía adelantar. Corriendo fui remontando, hice el segundo mejor parcial”, recuerda Guerrero, “pero cinco minutos después de acabar ya se me pasó, me di cuenta de lo que había conseguido y estaba muy muy contenta”.
Y todo ello tras un inicio de campaña allá por diciembre en la que una desconocida lesión impedía a la de Narón correr e incluso andar en bici. “Primero me dijeron que tenía una rotura del tendón de Aquiles, bursitis... me cambié de médico y en A Coruña descubrieron que tenía un hueso accesorio en el pie, que estaba rozando y era lo que me estaba haciendo daño”, señala, “y el resto de lesiones secundarias –también un edema– fueron provocadas por intentar seguir corriendo”.
Con esta situación ya controlada –”a veces duele más, a veces menos”–, y esperando su operación al final de la campaña, Guerrero regresa esta semana a la normalidad de entrenamientos, con una concentración prevista de dos semanas en León para preparar la Copa del Mundo de Valencia, “a probarnos en distancia olímpica de cara a la gran final, el objetivo de la temporada”, en Pontevedra el día 23 y con la que la local puede poner el broche a una gran campaña internacional que, de momento, la sitúan como la tercera española en el ranking mundial.