El lehendakari, Iñigo Urkullu, ha anunciado que las elecciones vascas serán el próximo 21 de abril. El anuncio se ha producido tras la celebración de un Consejo de Gobierno en el que ha dado a conocer la fecha electoral a sus consejeros.
Urkullu siempre ha considerado que esto no supone un adelanto electoral respecto a las últimas elecciones autonómicas del 12 de julio de 2020 porque estas se tuvieron que retrasar por la pandemia ya que inicialmente estaban convocadas para el 5 de abril, fecha que a su juicio marca el final de la legislatura.
Serán las elecciones más reñidas en mucho tiempo por el ascenso de EH Bildu en los últimos años, hasta llegar a disputar el triunfo a un PNV en retroceso.
A diferencia de los recientes comicios gallegos, los grandes partidos estatales juegan un rol menor en estas elecciones (el PSE-EE es la tercera fuerza muy lejos del PNV y Bildu y el PP es el quinto grupo), por lo que difícilmente podrán plantearlas como un nuevo pulso Sánchez-Feijóo, que en Galicia se saldó claramente a favor del PP con mayoría absoluta frente al peor resultado de su historia del PSdG y el descalabro de Sumar y Podemos.
EH Bildu no ha parado de crecer electoralmente desde que acabó el terrorismo de ETA y apostó por la vía institucional, una estrategia que ha redoblado al priorizar las cuestiones sociales de izquierda sobre las soberanistas y apostar por candidatos jóvenes.
Así, en las pasadas elecciones municipales de mayo la coalición abertzale se quedó a menos de 3 puntos del PNV (32,27 frente al 29,74 % de votos, aunque en la urna para las Juntas el PNV subió al 35,1 %) y en las generales de julio empataron (el PNV con el 24,13 y Bildu con el 24,03 %).
Esa tendencia alcista sigue según reflejan las últimas encuestas publicadas, como el Sociometro del Gobierno Vasco de febrero, que pronostica un empate a escaños entre ambas formaciones.
En este contexto el PNV tomó la contundente decisión de sustituir a Iñigo Urkullu como candidato, pese a ser el político más conocido y mejor valorado, y propiciar un relevo generacional, que se extiende a todas las listas, para hacer frente también al desgaste del Gobierno Vasco, especialmente por Osakidetza, que se ha convertido en el segundo problema para los vascos.
Aunque Imanol Pradales presenta un perfil muy similar al de Urkullu, moderado e institucional, el PNV busca frenar el retroceso ofreciendo una imagen más joven y moderna, o al menos no tan 'viejuna', con el nuevo candidato y en la forma de relacionarse con los electores.
No obstante, el PNV mantiene el discurso sobre la estabilidad y su capacidad de gestión, a la vez que busca el voto más moderado alertando de una posible victoria de Bildu.
Bildu defiende que su apuesta por Pello Otxandiano busca dar paso a una 'nueva generación' más representativa de la Euskadi actual, aunque también le permite desmarcarse del terrorismo de ETA sin condenarlo, como el propio candidato hizo cuando recordó que él no tuvo "responsabilidades directas en etapas anteriores".
El tercer partido es el PSE-EE, que también va hacia arriba, aunque lejos de las dos formaciones nacionalistas, y se aferra a su ajustada victoria en las elecciones generales de julio -los comicios más positivos para los socialistas vascos y favorecidos por la polarización entre Sánchez y Feijóo- para sostener que es una 'lucha a tres' y no 'a dos'.
Con los ajustados resultados que se prevén, los pactos postelectorales han centrado la precampaña, sobre todo con la propuesta de Bildu de que gobierne la fuerza 'progresista' -ámbito en el que incluye al PNV- más votada, con pactos con el resto, como en Navarra y Pamplona.
Sin embargo, el socialista Eneko Andueza ha reiterado, incluso antes de que Otxandiano hiciera esa propuesta, que no hará lehendakari a un candidato de EH Bildu y tanto PSE-EE como PNV apuestan por reeditar su coalición, aunque Andueza avise de una posible alianza entre formaciones nacionalistas para impulsar un proceso independentista.
Por su parte, el Partido Popular, con Javier de Andrés como candidato, vuelve a presentarse como la única alternativa al multipartito 'sanchista' que conforman PSE, PNV, Bildu y Sumar-Podemos, y aspira a mejorar sus resultados (tiene 6 parlamentarios) para ser decisivo y condicionar al PNV para que haga una política más liberal.
El espacio a la izquierda de los socialistas afronta las elecciones con unas malas perspectivas, en retroceso desde hace años, que han empeorado al presentarse por separado, por una parte Sumar con Ezker Anitza-IU y Equo-Berdeak y por la otra, Podemos, pese al nefasto resultado de Galicia y que un grupo de militantes de base y simpatizantes ha presionado para que vayan juntos.
El citado Sociometro augura dos escaños para Sumar y uno para Podemos, pese a que el partido morado cuenta con la ventaja de que su candidata, Miren Gorrotxategi, es mucho más conocida al ser la única que repite respecto a 2020, mientras que la aspirante de Sumar es la debutante Alba García, que nunca ha ocupado un puesto público ni orgánico.
La última formación con representación en el Parlamento vasco es Vox, cuyo objetivo se mantener el escaño por Álava que logró Amaia Martínez.