El 14 de marzo de 1993, en el estadio Manuel Rivera, el Racing de Ferrol jugaba contra el Avilés Industrial el último partido en la que había sido su casa durante 72 años. Apenas dos meses después, el 25 de mayo, comenzaron las labores de demolición de las instalaciones deportivas para dar paso a un proyecto urbanístico nacido de la idea de dar un nuevo impulso al barrio del Ensanche.

La propuesta se asentaba en tres pilares: una moderna plaza completamente equipada; un centro comercial modesto pero notablemente grande para la época –Odeón, que en el momento de su construcción era el de mayor tamaño de Galicia, no llegaría hasta siete años más tarde–; y un centro cultural con salas de exposiciones, auditorio y una imponente biblioteca circular. Así, mientras que el parque y el Carvalho Calero se inauguraron en cuestión de meses, las instalaciones de Porta Nova se retrasaron algo más, abriendo sus puertas oficialmente en junio de 1995.

Para todo aquel que viviese en el barrio en esa época, el nuevo espacio tenía algo especial. Quien suscribe estas líneas aun recuerda con cariño subirse a lo alto tanto del tejado de uno de los elementos del área infantil como de los servicios que nunca llegaron a abrir; jugar a los tazos en el palco que entonces había en el centro de la plaza; ojear cómics y comprar golosinas en el kiosko del centro comercial e incluso hacerme con algún videojuego en la pequeña tienda de informática que había en uno de sus rincones. También las atracciones y barracas de feria que se instalaban en la zona de las canchas y frente al centro cultural o, en la biblioteca de este último, releer por enésima vez un tebeo francés en lugar de hacer los deberes.

Problemas desde el principio

Sin embargo, como señala la Asociación de Vecinos del barrio, más allá de la mirada de un niño, una serie de decisiones cuestionables hizo que la "troika" que formaban estos tres activos no llegase a despegar y, como en otros muchos casos en la ciudad naval, la pérdida de interés derivó en una falta general de mantenimiento y en un abandono paulatino de todas las instalaciones.

“La plaza empezó mal. Nosotros, desde la AVV, que por entonces nacimos, no entendíamos, por ejemplo, por qué habían decidido poner bloques de piedra alrededor de la zona de los niños”, explica Rafael Leira, presidente de la entidad. “También tenía un estanque con unas luces maravillosas que dejaron de funcionar y ahí se quedaron; en el área de los baños tenían una depuradora y un calentador eléctrico de agua que nunca se llegaron a estrenar...”, lamenta, incidiendo en que desde el principio hubo “déficits” que resultaban incomprensibles para los residentes, como la idea de colocar los árboles de gran porte justo delante de las viviendas para “taparlas”.

En cuanto al centro comercial, Leira apunta que uno de los principales problemas que acabó por condenarlo es que los locales eran, en general, “demasiado pequeños”, lo que evitó que todos ellos se ocupasen y que, aquellos que sí lo hicieron, floreciesen. Cierto es que había excepciones, como el supermercado Gadis, que aún resiste, una tienda de bricolaje, otra de especialidades culinarias o el segundo establecimiento de Los Telares de la ciudad en la planta superior, pero la gran mayoría apenas superaba los veinte metros cuadrados. A esto se sumarían otras situaciones, como los conflictos relativos al aparcamiento de Porta Nova o la proyectada guardería del centro, que nunca entró en funcionamiento. “Todas estas cosas hicieron que la plaza, por mucho que fuera una demanda del barrio, no llegase a funcionar como se esperaba”, relata el presidente.

En el caso del centro cultural, la historia de su deterioro fue similar. Si bien funcionó correctamente durante los primeros años, en menos de una década se comenzaron a registrar problemas en la cubierta. El diseño, señaló en su momento la AVV, había sido ideado para territorios más cálidos y menos lluviosos, lo que derivó primero en humedades y más adelante en goteras, cerrándose paulatinamente los diferentes espacios hasta que su uso fue meramente testimonial. Así, mientras que las deficiencias detectadas en el palco se “solucionaron” en 2014 con su retirada, las del Carvalho Calero eran mucho más complicadas de abordar. En marzo de 2016, el pleno municipal aprobó una intervención de urgencia sufragada con fondos PAI de la Diputación para su arreglo, pero la extensión de los daños obligó a paralizar los trabajos al poco de iniciarlos, quedando como testimonio de los mismos únicamente el andamiaje durante más de un año en un lateral de la fachada.

A todo esto, explica Rafael Leira, habría que sumar los problemas de delincuencia registrados en la zona. Si bien las estadísticas de criminalidad del Ministerio del Interior corroboran una caída general de la delincuencia en la ciudad naval desde hace una década, los vecinos llevan tiempo alertando de la presencia de trapicheos y episodios violentos en el entorno de la plaza.

Situación actual

“El estado actual está mal, tirando a muy mal, a pesar de que cosas como el alumbrado ya las está arreglando el Concello. Las luces que no funcionaban de la plaza fueron sustituidas y se cambiaron los focos de la pista”, detalla el presidente de la AVV. Asimismo, también apunta a que los problemas de conflictividad “están menguando gracias a la labor policial, que es intensa”, aunque todavía persisten.

De este modo, el representante vecinal cree que el gobierno local “está tomando conciencia de que este es un barrio central y que ponerlo a funcionar es una prioridad”. En este sentido, la entidad se reunió recientemente con la concejala responsable del área de Urbanismo, Blanca García, para abordar la situación del espacio. “Lo primero que pedimos es más luz y por supuesto la reparación de aceras, pero también les hemos transmitido otras ideas para aprovechar al máximo los fondos disponibles”, apunta.

Por su parte, la edila destacó que se presentaron “dos destacadas actuaciones muy demandadas por los vecinos de esta zona, a los que se ha escuchado y tomado nota de sus propuestas”. Así, la intervención más inmediata será la reforma del parque infantil, que será el primero cubierto de la ciudad, un proyecto heredado del anterior mandato –se modificó, pasando de ser una cúpula a un conjunto de tejados– y que incluirá la eliminación de la zona de servicios, que desde hace años resulta especialmente problemática. “El proyecto ha sido aprobado y, actualmente, está en proceso de contratación para su licitación”, manifestó la edila popular.

Respecto al centro cultural, el presidente de la AVV detalló que, durante el mencionado encuentro, se les transmitió que se disponía de un presupuesto de 325.000 euros para una primera ronda de actuaciones, solicitándoles su opinión sobre qué arreglos eran más prioritarios. A este respecto, Blanca García avanzó que ya se ha redactado la propuesta “para mejorar los cerramientos, reformar los baños, el auditorio y otros espacios”, incidiendo en la importancia de estos arreglos “para poder aprovechar todo el espacio y potencial que ofrece este centro cultural”. La aprobación de este proyecto, aseguró, está prevista “próximamente” de cara a que se licite lo antes posible.

Finalmente, en el caso de Porta Nova, tanto la responsable de Urbanismo como el presidente de la entidad vecinal señalaron que la primera actuación será en la terraza del centro –cerrada desde hace años–, que se impermeabilizará para subsanar los problemas de goteras detectados. Asimismo, la firma Gadis manifestó que tiene intención de reformar por completo su supermercado, modernizando las instalaciones. “Una vez finalice esta intervención, continuaremos con la planificación para transformar Porta Nova en un espacio de ocio para las familias”, aseveró.

En cuanto al parque, Blanca García apuntó que el Concello está “evaluando” las acciones que se podrían llevar a cabo, si bien desde la AVV se amplió este dato, señalando que se les ha planteado un presupuesto inicial de 800.000 euros.