El caso de Abruñedo trae al recuerdo otros crímenes que no se han resuelto

El caso de Abruñedo trae al recuerdo otros crímenes que no se han resuelto

La muerte de un ser querido es un trago muy amargo y difícil de digerir, pero lo es todavía más si esa muerte se produce a manos de otra persona. Hasta hace solo unos días el crimen de la cabanesa Elisa Abruñedo era uno de esos casos sin resolver que reconcomen a familiares, amigos  y a la sociedad en general por lo injusto e incomprensible que resulta que alguien muera a manos de otra persona y que ese criminal “se vaya de rositas”, como se suele decir habitualmente.


Hasta que el pasado octubre Serafín Rodríguez fuera detenido y confesara el asesinato y violación de Abruñedo este era uno de los cinco casos que seguían sin resolverse en la comarca en las últimas tres décadas, algo que genera una gran sensación de inseguridad e impunidad de los criminales en los últimos tiempos, ya que cinco casos sin resolver parecen demasiados para una comarca como la ferrolana.


Muchos recordarán aún el macabro asesinato de Amalia Orjales, vecina de Serantes, de 67 años, que apareció cosida a puñaladas en su casa en Feira do Dous. Lamentablemente el crimen prescribió en 2012 tras haber transcurrido 20 años.


También ha quedado impune el autor del asesinato a tiros de Miguel Ángel Sánchez, un joven de 27 años que trabajaba en la gasolinera de Cabanas ubicada en la N-VI, un punto muy concurrido pero solo un testigo presenció la salida de un vehículo del lugar. Nada se supo en claro de este suceso que conmocionó a la población de la zona, ni aun habiendo hallado un casquillo en el lugar de los hechos. También en este caso su familia ha tenido que hacer frente además de a una muerte trágica al hecho de que el o los autores quedaran impunes tras prescribir los  hechos en 2019.


Todavía hay más casos sin solución. Jesús Rivas, conocido como “Suso Pericas”, perdía la vida en la madrugada del 16 de septiembre de 2006, cuando regresaba en su moto a su domicilio. El hombre recibió un fuerte impacto con un madero. El hecho de que fuera en marcha sobre la motocicleta incrementó la fuerza del golpe, que acabó con su vida en el acto. Su familia pasó años pidiendo más medios para dar solución al caso, pero nada se supo en claro. En su momento se dijo que un testigo había asegurado ver a alguien huir del lugar de los hechos, pero finalmente se retractó, así que sin testigos ni pistas aclaratorias, el de “Pericas” es otro de esos casos que han quedado impunes, ya que la causa se archivó solo un año después del crimen. Todo apunta a que en 2026 también prescribirá este asesinato perpetrado en la ciudad naval.


Unos años después, de nuevo en Ferrol, en agosto de 2009, se produjo otro crimen del que, hasta la fecha, también se libró su asesino. La víctima era un indigente de 40 años, José Romero, que dormía en su colchón en la parte trasera del Centro Cultural Carvalho Calero. Un vecino encontró al hombre herido, pero cuando llegaron los equipos médicos nada pudieron hacer por salvarle. Una pelea entre indigentes pudo haber sido la causa, pero nunca se hallaron pistas claras.


El último caso sin resolver, hasta hace unas semanas, era el de Elisa Abruñedo. Aquí, el ADN ha sido fundamental para dar con su agresor, aun diez años después. ¡Bendito ADN! l

El caso de Abruñedo trae al recuerdo otros crímenes que no se han resuelto

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