Dentro del programa “Ferrol Cidade Aberta ás Expresións”, que financia la Diputación de A Coruña y que promociona Cites, pudimos conocer hace unas semanas la iniciativa “Ferrol, cidade sen glute”. Una acción que ha incluido una curiosa promoción con una serie de “barras”, gluten free, claro, que recorrieron diferentes localizaciones de la urbe naval, para señalar así que se trata de espacios amigables con las personas con enfermedad celíaca.
La acción incluye la edición de una serie de folletos con información relativa a locales de la ciudad que cuentan con preparaciones o platos libres de gluten que permitan a estas personas disfrutar del ocio como cualquier otro ciudadano o, al menos, lo más parecido.
“Ferrol, cidade sen glute” muestra esa oferta específica dirigida a residentes, pero también a turistas y visitantes que necesiten llevar una alimentación de este tipo. Con tal motivo, en las oficinas de turismo de la ciudad se ofrece ya entre su material informativo unos folletos en los que se indican los nombres y localizaciones de esos negocios de la ciudad que ofrecen en su carta alternativas libres de gluten para disfrute de celíacos.
En el folleto se recogen una serie de establecimientos certificados sin gluten y otros para intolerantes. Los primeros serían Cafetería Capitol, en Esteiro; Mesón O Toldo, en Sol; Restaurante O Bo Padal, en Aldea Montecoruto; Restaurante A Gabeira, en Valón; Mesón O Coral, en Benito Vicetto, y la tienda-degustación, “Encher o buche sin gluten”, ubicada en la calle Magdalena.
Por otra parte, en el díptico se citan locales para intolerantes como el Mesón Picasso, en la Plaza de las Angustias; el restaurante O Café da Vaca, en Pardo Bajo; O Pincho, en la calle María; El Cantegril, en San Francisco; Lusitania, en Real; Telepizza, en Esteiro; Domino´s Pizza, en Castilla; Scooby Burguer, en Alcalde Usero; La tienda de Erika, en Magdalena; Ankha, en Iglesia; Café Bonilla, en el Callao; Bodegón Bacoriño, en San Francisco y Cervecería Pardo, en Pardo Bajo.
Al margen de los negocios citados, otros locales de la urbe también ofrecen algunas opciones en sus cartas sin gluten para intolerantes, como se informa en el díptico. Este listado, como explican desde Cites, se irá renovando con carácter anual, para poder incluir los cambios que se vayan produciendo.
Pese a que la oferta para personas con enfermedad celíaca aumenta paulatinamente las personas con esta dolencia siguen quejándose de que es escasa y también lamentan la incomprensión que hay a veces cuando solicitan alternativas sin gluten.
En Ferrol abrió sus puertas a finales del pasado año un nuevo despacho de Pastelería Santy, el único obrador de pan y dulces especializado en personas celíacas de la comarca, que amplía negocio con un punto de venta en la urbe naval tras varios años ofreciendo sus servicios en Narón. Pan de todo tipo, postres y hasta los habituales productos de temporada suelen abundar en sus estanterías.
Especialmente demandados fueron las pasadas fiestas sus roscones de reyes o los troncos de Navidad. Rara es la persona celíaca de la zona que no conozca alguno de sus variados productos, sobre todo sus tartas que permiten disfrutar de belleza y sabor a todos los cumpleaños sean o no intolerantes.
Los hornos tradicionales también suelen ofrecer elaboraciones que no incluyan el trigo entre sus ingredientes, si bien la oferta es mucho menor y hay menos alternativas que las que puede ofrecer un negocio especializado como este, que reparó en una necesidad creciente para asentar una idea de negocio que tiene muy buenos resultados.
El caso de Mónica Calvo, una vecina de Fene, no es casual. A ella, como a muchos otros, le descubrieron que era celíaca con 39 años y tras mucho tiempo sufriendo problemas digestivos varios para los que no le daban solución concreta, salvo que tenía gases. A su hijo, en cambio, le diagnosticaron de pequeño y muy rápido, como asegura. “Un día me llamaron de la guardería porque se puso malito de la tripa, el malestar le duró varios días y la pediatra dijo que no le parecía un virus y le pidió pruebas de intolerancias varias”, recuerda.
“Parece increíble que habiendo sido tan rápido en su caso a mí no me dieran solución, por fortuna al niño sí, enseguida tuvimos su diagnóstico”, expresa. En aquella analítica también descubrieron que lo del niño era genético y entonces fue cuando le hicieron las pruebas a ella y por fin pudo poner nombre a aquello que le pasaba . “Tras la analítica, con los valores fuera de rango, me hicieron una serie de pruebas y vieron que tenía en intestino completamente atrofiado”, añade.
También recuerda cómo “todo el mundo me decía que tenía que comer más que estaba muy delgada, yo me cansaba de decir que comía como siempre, no me sentaba bien, pero comía, lo que pasa es que no absorbía”, subraya. En su caso también tenía una importante anemia que no remitía. “Tomaba hierro a diario y seguía con niveles muy bajos”, sostiene. Pese a todas esas pistas en su caso nadie solicitó hacerle las pruebas para conocer si era intolerante al gluten, no hasta hace siete años.
“Tomaba hierro a diario y seguía con niveles muy bajos”
De la situación actual, sostiene que es llevadera. “En casa con dos de cuatro miembros celíacos, ya nos hemos acostumbrado”. También son muy cuidadosos con la contaminación cruzada, algo que no siempre se tiene en cuenta, indica. “En una ocasión en un hotel en Bilbao, donde me indicaron que no había problema por desayunar en las instalaciones, me dijeron que podía tostar el pan en el mismo tostador que todo el mundo, te miran como a un bicho raro cuando les dices que no puedes, que entonces tu pan se contamina y no lo puedes comer”.
Esta fenesa asegura que queda mucho camino por recorrer todavía, empezando por los precios. “Nosotros no elegimos estos productos, son los que debemos tomar, por fortuna hoy hay mucho dónde elegir, eso sí, muchas veces con aditivos poco o nada saludables, pero encima tenemos que pagar tres o cuatro veces más que por un producto normal, creo que no hay derecho”.