Tradiciones importadas al margen, la celebración del día de Difuntos sigue siendo eminentemente familiar y tiene gran arraigo en la comarca, especialmente entre la gente de más edad, que no deja pasar la ocasión de visitar los cementerios, que se preparan para los días de más afluencia del año.
La mayoría de concellos organizan dispositivos especiales para que la llegada masiva a los camposantos no sea un problema. Por otra parte, muchos cementerios ofician también misas especiales que suelen ser multitudinarias.
En las jornadas previas la actividad es incesante en estos espacios: las familias adecentan las lápidas retirando maleza, abrillantando placas, metales y acristalados, todo lo necesario para que el espacio en el que descansan sus seres queridos luzca hermoso. Pero si hay un elemento protagonista estos días es el de la ornamentación floral: el socorrido crisantemo, los coloridos liliums, las paniculatas blancas o de suaves colores o el mítico clavel y hasta las rosas se agolpan delante de panteones, nichos y lápidas.
Las floristerías hacen frente a la época del año en que más trabajo tienen, muy por encima de otras fechas como San Valentín o el Día de la Madre, necesitando reforzar sus plantillas para afrontar la demanda y adelantando desde semanas antes todo el trabajo que se pueda.