La radio ha acompañado a Domingo González a lo largo de su vida, como oyente y, sobre todo, como profesional. Casi cuatro décadas trabajando en Radio Nacional de España lo convierten en una de las personas más cualificadas para hablar sobre el pasado, el presente y el futuro del medio. En “La radio informativa en España. De la censura a la libertad”, que presenta este jueves a las 19.30 horas en la Central Librera de Dolores, lo explica.
Habrá sido difícil condensar 37 años de carrera en la radio, ¿no?
No tanto porque de lo que se trata es de hacer una panorámica general. Pensé que, tras dejar RTVE, me gustaría aportar mi granito de arena para los que vienen detrás, para los estudiantes de Periodismo. Por otro lado, tanto tiempo en la radio me ha dado mucha experiencia y he hecho una selección con la que se puede, digamos, circular en las redacciones. Luego hay otra parte del libro sobre un tema que me interesa mucho, que es la censura. No sólo la prensa ha estado censurada durante muchos años, la radio también. Desde octubre de 1939 hasta octubre de 1977 estuvo vigente la censura previa. No se podía dar nada sin que lo autorizara antes el censor de turno. Además, desde 1939, la información nacional e internacional era monopolio de Radio Nacional de España, el famoso “parte”. Fue una travesía dura y larga de 38 años de censura.
¿Cree que gran parte de las nuevas generaciones de periodistas desconocen esa etapa?
Creo que las nuevas generaciones piensan en lo presente, en la libertad que hay ahora. No son conscientes de la etapa que se ha vivido y del avance y transformación positiva en cuanto a libertad que ha experimentado este país desde la Transición.
¿La censura es cosa del pasado?
No hay censura en 2024. El artículo 20.2 de la Constitución Española prohíbe la censura previa. No la hay, pero hay presiones, de tipo político o económico, y a veces coinciden las dos. Hay presiones y se pueden convertir en censura en algún medio de comunicación, pero no en otro. Un medio puede aceptar la presión y otro no, pero en España hay libertad. El periodista sabe en el medio en el que trabaja. ¿Hay autocensura? Creo que tampoco, pero a veces te puedes condicionar.
¿Qué objeta al gran cambio propiciado por internet y por las redes sociales como medios de comunicación?
Las redes sociales no son para informarse, son para otra cosa y, si me perdonan los que las siguen, a veces para perder el tiempo. En ellas no te puedes informar, para eso hay que recurrir a los medios tradicionales, que pueden ser, lógicamente, vía internet.
¿Esa tendencia de informarse en las redes seguirá?
Con las redes sociales estamos viviendo una efervescencia, pero irá pasando. A medida que nos concienciemos, nos daremos cuenta de que el periodismo de siempre, el tradicional en el buen sentido de la palabra, el que tiene una empresa detrás, el que tiene trabajadores, el que responde ante la sociedad por lo que publica y por lo que no publica, es el que tiene que sobrevivir. Lo importante no es tanto si es en internet o en papel; lo importante es que el medio sea serio, que contraste las informaciones.
¿Qué momento positivo y negativo destacaría en su trayectoria como periodista?
El peor que vivimos aquí fue la catástrofe del “Prestige”, una época dura desde el punto de vista social, informativo... En cuanto a momentos positivos, casi todos: noches electorales, constitución de gobiernos, avances sociales...
¿Qué tiene la radio que no tengan otros medios?
Magia. ¿Qué es la magia en la radio? A lo mejor no se puede definir, pero es la conexión que existe entre el periodista que habla desde un locutorio con el señor o señora que te escucha en su casa o en el coche. Eso es imbatible. Con la radio no ha podido ni la televisión, ni las plataformas digitales, ni internet, ni las redes sociales. Ninguno de ellos aporta esa complicidad que se crea entre el oyente y el locutor.