No todo el mundo se impregna de espíritu navideño. Hay quien acusa las ausencias en la mesa o quien no se siente libre en presencia de sus familiares para dar su opinión o mostrarse tal y como es. Tampoco faltan los que no tienen con quién compartir unas fechas pensadas para el disfrute colectivo. Sin embargo, todos ellos ostentan un privilegio que se da por hecho: tienen un hogar en el que pueden resguardarse del frío, comer y dormir caliente.
La desigualdad que impera en la sociedad hace que sean muchas las personas que viven sin hogar, de forma transitoria o duradera, también en Ferrol, celebrando una Navidad diferente a la de quien tiene la suerte de tenerlo. Así, pensando en que disfruten de unas felices fiestas, la Cocina Económica, Cáritas Diocesana Mondoñedo-Ferrol y el refugio Pardo de Atín del Santo Hospital de Caridad hacen hueco a celebraciones especiales que salen de la cotidianidad del servicio que prestan estas entidades.
El presidente del comedor social ferrolano, Antonio Tostado, explica que son unas 110 personas las que comen a diario allí y entre 70 y 80 las que cenan, pudiendo incrementarse en una decena más durante estos festejos. Distingue además dos tipos de personas usuarias: las que tienen una situación de vulnerabilidad cronificada y las que acaban de llegar a España, que son “jóvenes, con niños pequeños, con vidas complicadas. Para ellos somos un espacio de tránsito y de acogida. Como Ferrol fue exportadora de emigrantes, ahora vemos un flujo inverso que es muy positivo porque se acaba notando en la revitalización de la ciudad”.
Irene Rivera, técnica de Cáritas en los programas de personas sin hogar, confirma que “el perfil está cambiando mucho porque hay muchas extranjeras, jóvenes migrantes, sobre todo de la zona de Marruecos o Argel. Están aquí solos y, además, su Navidad no es la nuestra, es distinta. Se intenta que ellos conozcan nuestra cultura, porque eso también forma parte de la integración, siempre respetando sus costumbres”.
Son más de 70 hombres y mujeres los que acuden a diario al centro de día “Gabriel Vázquez Seijas” de la entidad diocesana, que les proporciona desayuno, una ducha caliente y un lugar donde estar como en casa, con televisión, conexión a Internet y actividades. “Ferrol les gusta, tienen aquí sus necesidades básicas cubiertas y dicen que la gente es muy amable y solidaria. Valoran además la seguridad”, traslada Rivera.
Por su parte, Alberto Lens, presidente del patronato del Santo Hospital, confirma que las 42 plazas del albergue están ocupadas en la actualidad, siendo la comunidad magrebí una de las más numerosas: “Está claro que se sienten bien tratados”, valora, incidiendo en que las pernoctas son de 15 días, pero “si hay plazas, los dejamos más tiempo si lo necesitan. En caso contrario, nos coordinamos con los Servicios Sociales o Cáritas, con los que hay muy buena sintonía, para no dejarlos en la calle”.
Nochebuena, Navidad, Fin de Año, Año Nuevo y Reyes son los días en los que las entidades se vuelcan en la medida de sus posibilidades. “Es algo bonito estar aquí”, considera Tostado, avanzando los “menús especiales” que se disfrutarán en el comedor de la calle Rubalcava. Así, por ejemplo, el 24 habrá de comida langostinos y filete de salmón en salsa verde con almejas y patatas al vapor, con pastel de turrón de sobremesa, y de cena jarrete de ternera en salsa con postres navideños.
El 25 toca sopa de pescado y marisco, carrilleras de cerdo en salsa y dulces; mientras, el 31 tendrán para comer ensalada Togores —que recibe el nombre del fundador de la Cocina Económica, Antonio Togores y Corbián— cinta de lomo en salsa de pimientos y bizcocho de turrón, cenando merluza en salsa marinera para despedir el año. Lo recibirán, como manda la tradición, con un buen cocido, y el 6 de enero les aguarda un menú a base de crema de verduras, lomo de cerdo estofado y roscón.
En el Pardo de Atín refuerzan las cenas de los días de Nochebuena y Año Viejo gracias a las donaciones y la inversión del Patronato en productos navideños. También abren antes sus puertas y el Día de Reyes les preparan regalos y una merienda con roscón, además de dar “afecto y cariño”, subraya Lens, explicando que, en su caso, comparten menú con los pacientes del hospital Ribera Juan Cardona, que en las fiestas también degustarán “langostinos, bacalao, carne asada, dulces navideños... Todo ello reforzado por nosotros y teniendo en cuenta alternativas para aquellos que, como por ejemplo los marroquíes, no comen algunos platos”.
En Cáritas, el centro abre todos los días y ofrecerá también dulces típicos hechos por voluntarios, destaca la técnica. Reflexiona, asimismo, sobre la situación emocional de estas personas que muchas veces se pasa por alto y es especialmente relevante en estas fechas: “No tienen relaciones familiares, en muchos casos existe una ruptura total con su familia y en Navidad se acrecenta el sentimiento de soledad, de recuerdos buenos y malos de cuando eran niños... Están muy sensibles y eso les hace más vulnerables, por eso intentamos siempre que este sea un lugar donde vincular, especialmente en estas fiestas”.
Los usuarios han elaborado una preciosa decoración navideña en el Vázquez Seijas, donde desplegarán un árbol de los deseos y recibirán también a Sus Majestades de Oriente, que traerán una vez más regalos para todos: “Es un día muy ilusionante. Gente que es más retraída te muestra afecto, nos abrazamos, nos sacamos fotos”, recuerda Irene Rivera, trasladando que tratan de “celebrar, como en cualquier casa”.
“Siempre es muy importante el papel del voluntariado, pero en esta época procuran tener más presencia, ser más cercanos. Se intenta que las personas en situación de sin hogar se sientan vinculados a alguien”, valora Irene Rivera, una apreciación que comparten Pilar y John, voluntarios en la Cocina Económica: “En los días especiales no vestimos uniforme y tratamos de que la gente lo pase lo mejor posible aunque sea un momento que nos da mucha nostalgia. Nos esforzamos en que ellos estén más contentos porque, en realidad, la amabilidad y el buen trato es de todos los días”.
Paola Pernalete tiene 21 años y hace tres meses que llegó a Ferrol desde Caracas (Venezuela). Ahora es una activa y eficiente voluntaria de la recepción de Cáritas porque “ayudar a la gente es crucial, uno nunca sabe en qué momento se puede encontrar al otro lado y, como inmigrante, entiendo perfectamente por lo que pasan muchas personas que vienen por acá. A veces, hay casos específicos, fuertes, que te afectan personalmente; pero contribuir a mejorar la vida de los demás me encanta. Amo eso”.
Si todavía hay quien está dándole vueltas a sus propósitos para el año que viene, ayudar a alguna de estas tres entidades se perfila como uno de los mejores. Así, en la Cocina Económica reciben con los brazos abiertos al voluntariado y también admiten socios desde los 12 euros al año, explicando cómo colaborar en su página web.
En Cáritas, valoran por encima de todo “el capital humano, el voluntariado comprometido es lo más valioso”; pero, para las personas que no dispongan de tiempo, también admiten donaciones económicas puntuales o periódicas. Para informarse sobre cualquiera de las dos opciones se puede visitar su página web.
Por su parte, en la arqueta situada en el hall del Juan Cardona se puede depositar un donativo para el refugio. El Santo Hospital de Caridad también tiene Bizum y cuenta, cuyos números se especifican en el apartado correspondiente de su página web.