Tienes que haber hecho las cosas muy bien con tus compañeros para que tu último día en la empresa se convierta en una fiesta de despedida tan emocionante como la que le brindaron a José Luis Allegue, el ferrolano que llegaba este miércoles a su prejubilación en la planta de WindWaves en As Somozas.
"No me esperaba nada, me quedé bloqueado", reconoce a este diario al otro lado del teléfono, abrumado todavía por lo ocurrido: "El que se ve en el vídeo no soy yo. Yo no soy así, me quedé a cuadros, no contaba con eso y no supe reaccionar", añade.
El vídeo del que habla recoge el preciso instante en el que Allegue entrar en el taller como cualquier otro día, pero en esta ocasión al otro lado de la puerta se abría delante de él un pasillo hecho por sus compañeros, que lo recibían con aplausos y bocinazos, recordando a una de las escenas de la última temporada de la serie "Rapa", cuando se jubilaba Antón en Navantia, el personaje de Miguel de Lira.
"Cuando se acabó todo fui puesto por puesto saludando a la gente y agradeciendo porque en el momento no supe hacer nada", admite, calculando que fueron unos 80 los compañeros que lo arroparon, algunos de ellos con los que llevaba más de dos décadas trabajando, y que también le regalaron dulces, su nombre en cervezas, un reloj, vino y una taza, entre otros.
Su hijo, el periodista José Luis Allegue, que trabaja en Marca, no dudó en compartir las imágenes del detalle que habían tenido con su progenitor, relatando cariñosamente que "hoy se ha jubilado, después de más de 40 años entre barcos y eólicos, la versión original de Allegue: mi padre, un grandullón de pronto incendiario, pero con un corazón enorme".
"Responsable, fiel y sensible. Currante, marido y padre ejemplar", añadió, concluyendo que esta era "una despedida a su altura" y que toda la familia estaba "orgullosos de ti":
Recuerda el homenajeado que hasta este miércoles llevaba 42 años y tres meses trabajados, desde que empezó a los 15 en la empresa Rodríguez Rolan Hermanos de Betanzos. Dedicado siempre a la industria, su última parada fue en la marca de eólica marina de Nervión Naval Offshore.
"Me jubilo con muchas ganas, pero ahora mismo estoy en una montaña rusa. No sé muy bien dónde estoy situado. De hecho, ahora mismo estaba haciendo unas orejas de Carnaval", traslada entre risas Allegue, que se maneja bien entre los fogones.
Reflexiona que "ahora mismo es una novedad, tengo muchas cosas en la cabeza y no sé lo que voy a hacer" porque, rememora, "son 42 años haciendo lo mismo: madrugando para ir a trabajar, pasando más tiempo fuera de casa que en casa... Hay que ir asimilándolo poquito a poco, disfrutándolo el tiempo que nos deje".
Además, aunque en la última época ya estaba en pie antes de que sonase la alarma, no tener que poner el despertador para las 4.50 horas "es una victoria ya", sonríe, precisando que en estos años ha echado horas y horas en su puesto de trabajo, incluso "los domingos cuando andábamos apurados con los proyectos", algo que normaliza porque, valora, "el naval y la eólica son así, hay que arrimar el hombro".