Aunque Las Meninas de Canido vivieron sus días grandes el pasado fin de semana, cada vez son más los artistas que prolongan su estancia y dan forma con calma a sus creaciones. Una de ellas es Bea Ucha que, siguiendo la pista que nos da su apellido, se trata de una de las descendientes del emblemático arquitecto Rodolfo Ucha, en concreto su bisnieta.
Bea, que es la primera vez que participa en el festival, ha querido con su pintura hacer un doble homenaje usando sus pinceles: a la familia y a la amistad, poniendo el corazón en el lienzo que le ha proporcionado la muralla del cierre del antiguo cuartel Sánchez Aguilera. "Es fruto de las experiencias y aprendizajes que viví durante 33 años; pero, sobre todo, del amor que me rodea", aclara, agradeciendo la colaboración de Pati y Tai.
Con el skyline de las grúas del astillero de fondo, ha querido recordar a su bisabuelo sumando una línea de edificios que son "solo algunos de los que más me llaman la atención diseñados por él, que me hubiera encantado conocer porque, sin duda, ha dejado parte de su personalidad integrada en cada uno de ellos y por eso he querido hacerle un guiño, ¡gracias, Rodolfo Ucha!".
Incorporó también a un pescador y al señor Ventura que, relata, "es un hombre que pasó por aquí mientras estaba pintando y se quejó de que nadie lo pintaba". Una chalana, un vino mencía y un pulpo completan el conjunto. El animal, además, es una alegoría a su propia infancia puesto que a ella le llamaban así "por ser tan escurridiza jugando en Seselle al escondite o al pilla-pilla con mis primos".
El pulpo intenta llevarse al fondo del mar a una menina que remaba en su chalana por el puerto de Ferrol. Una embarcación que lleva escrita la fecha en la que se casaron sus padres en la ciudad naval. "Sentimentalmente hablando es la parte más complicada", dice al referirse a la representación humana, puesto que simboliza a un amigo suyo que falleció hace cinco años ahogado en el río Congo.
"Se llamaba Rabby Mubengayi y era un amigo que me enseñó y me sigue enseñando cada día. Yo no fui capaz de salvarle, así que en el mural incluí un cabo para que, quien quiera hacerse una foto, pueda salvarlo de forma metafórica tanto a él como a esa parte de mí que ese día murió a su lado", concluye Bea Ucha, tirando ella también de esa cuerda con la que remata una obra que ya queda para el recuerdo.