No le puede ir mejor a Miguel Conde-Lobato su trayectoria literaria. “Palabras malditas”, su tercera novela –se presenta esta tarde, 19.30 horas, en la Central Librera de la calle Dolores–, ya va por la tercera edición y, pese a lanzarse en octubre, finalizó 2023 entre los thriller más vendidos a través de Amazon. “He tenido suerte”, se justifica, aunque tiene que haber algo más. Talento.
“Palabras malditas” discurre en una ciudad ficticia y pequeña llamada Estela y su protagonista es Edén, una policía que intentará sacar a su población del shock que ha supuesto la aparición de una cabeza cortada con un misterioso tatuaje. “Está gustando”, comenta el autor, “y eso es una bendición. Estoy encantado con la recepción que está teniendo”.
No hay una fórmula mágica que explique el éxito, pero entre los méritos que han hecho de Conde-Lobato uno de los escritores de mayor tirón está la capacidad de sus historias para “enganchar”. “Intento ofrecer una trama compleja, pero no complicada, y ser generoso con la acción, con las circunstancias... Que la gente valore que es una historia diferente, que no es una historia simple o ya vista”, explica.
En este caso, el espacio físico, la ciudad, es un protagonista más. “Lo es”, adelanta, “porque se trata de una ciudad pequeña, con elementos de cualquier urbe gallega u otras próximas como Oviedo o Santander: un perfil de ciudad pequeña, pero de infierno grande”, asegura, “en la que parece que nos conocemos todos, pero no es así. Esa idea es un prejuicio”.
La protagonista principal, señala, también tiene sus dobleces. “Es contradictoria”, afirma, “tiene contradicciones internas, empezando por el hecho de que decide ser policía para evitar caer en el otro lado, el de la delincuencia”.
Conde-Lobato no iba a ser escritor, al menos en teoría, aunque siempre le haya gustado escribir. Fue un grave accidente el que le cambió la vida y, también, el enfoque y las prioridades. “Ese accidente provocó un cambio de mentalidad acerca de cómo gestionar mi tiempo. Yo tenía una empresa en Coruña y otra en Madrid que me ocupaba mucho tiempo. Decidí vender esa parte madrileña para dedicarme a contar historias, que es una de mis grandes pasiones de pequeño. Es algo tan sencillo como eso: una cuestión vital y tuve la suerte de que salió bien”. Tanto, que despertó el interés de Penguin Random House, nada menos.
El autor de “Palabras malditas” insiste en que no sabe cuál es la clave del éxito. Lo que procura, dice, es que sus historias sean “muy originales”. “Intento”, continúa, “que sean diferentes, especiales, que tengan algo distinto. Creo que en eso me ayudó mi profesión como creativo publicitario porque estamos acostumbrados a buscar las cosas más singulares; es como una obsesión por la originalidad”.
Ahora, echando la vista atrás, Miguel Conde-Lobato asegura que tomar este camino “fue un acierto, sin duda. Es que lo tenía dentro. Conlleva sacrificios, lógicamente, pero el saldo total es muy positivo: me divierte mucho, me agota cuando acabo el proceso, pero es muy gratificante y muy bonito”, finaliza.