La fragata “Álvaro de Bazán”, inmersa en un despliegue de más de cuatro meses con el grupo naval permanente de la OTAN número 1, ha finalizado su participación en las maniobras Joint Warrior y, tras tres semanas intensas en el Ártico, se dirige ahora hacia el mar del Norte para reanudar el programa de adiestramiento con el resto de la agrupación. Han realizado ejercicios con buques de hasta diez nacionalidades diferentes en un adiestramiento que es uno de los más potentes a nivel europeo y que esta vez se ha llevado a cabo en latitudes superiores a las del Círculo Polar Ártico, frente a las costas de Noruega. Además, dentro de los fiordos se desarrolló el Joint Viking, centrado en operaciones terrestres y de desembarco anfibio.
Este “reto en cuanto a condiciones meteorológicas de mar, viento y visibilidad en la zona, así como por el frío extremo habitual en estas latitudes en el invierno”, como se define desde el Ministerio de Defensa tiene también una cara cotidiana que la dotación traslada a través del Diario de a bordo. En la web de la Armada se recoge esta bitácora en la que, sin una cadencia fija, se va presentando a miembros de la tripulación y se relatan episodios significativos.
El primero, la epidemia de catarro que aquejó a la tripulación al poco de salir de su base en Ferrol. En la entrada del 25 de febrero se da cuenta de la integración efectiva en el SNMG-1 en el puerto de Bergen (Noruega) y la participación en las maniobras Dynamic Guard. Pero “las temperaturas típicas en estas zonas nórdicas han hecho estragos” y el enfermero y la doctora de a bordo tuvieron unos días de actividad frenética.
Esta situación da pie a presentar a la teniente médico Mercedes Gragera Alba, destinada en Cartagena y en comisión de servicio a bordo de la F-101. “En su día a día la teniente Mercedes comienza su jornada preparando el hospital para las posibles consultas, casi siempre rutinarias en un buque como la fragata ‘Álvaro de Bazán’, cuya operatividad y gran cantidad de personal en operaciones (aproximadamente 220 personas) generan una sorprendente demanda de apoyo sanitario”, apuntan. “Probablemente, su labor en estos primeros días haya sido constante y poco vistosa, pero indiscutiblemente principal para el buen funcionamiento de nuestra dotación”.
La dotación ha concluido las maniobras Joint Warrior y navega de nuevo hacia el mar del Norte, dejando atrás las rigurosas condiciones del entorno polar
El 6 de marzo la fragata ya estaba inmersa en las maniobras Joint Warrior, “surcando los fríos y bravos mares del norte”. Y como parte esencial del equipo que responde a la alta demanda de la situación se destaca a la marinero Elena Ros Serrano, procedente de Cartagena. “Su día a día es de todo menos rutinario puesto que este destino es el encargado de realizar todas las maniobras que se dan en el barco, siendo de vital importancia en las salidas y entradas de puerto mediante el manejo de estachas haga frío, calor, llueva o nieve”, se explica en la entrada. El aprovisionamiento de combustible en la mar o las operaciones con el helicóptero SH60B son otras de las funciones que se realizan bajo la dirección del oficial de maniobra y que requieren “una gran compenetración”.
Los rigores del Ártico se narran en la entrada del 12 de marzo, después de pasar el paralelo 66º 33’ 44”, entrando en la zona denominada como High North. “Navegando por estas aguas árticas lo normal está siendo que la temperatura ronde los cero grados centígrados”, relatan. Ya se había acabado la primera fase de las Joint Warrior y comenzaba la segunda. “Estas maniobras están poniendo a prueba a la dotación de la fragata, ya que el frío y la mar picada hacen del día a día todo un reto constante”.
La dotación “continúa con sus labores cotidianas, los miembros de la unidad aérea embarcada siguen manteniendo el SH-60B listo para cualquier actividad y los infantes de marina del equipo operativo de seguridad continúan aportando con sus labores de vigilancia y seguridad”.
Este operativo de seguridad procede del Tercio de Armada en San Fernando y está compuesto por diez hombres y una mujer. Ella es la soldado Olga Cortés, turolense de 23 años, que explica que acceder a una unidad operativa como esta “no es fácil” y resalta el privilegio de poder “servir y combatir siendo una ‘valiente por tierra y por mar”.
También las redes sociales son una manera directa de comunicar aspectos del día a día de la fragata no tan vinculados a la actividad profesional. Este domingo felicitaban el Día del Padre con imágenes de varios de los “papás” a bordo, se publican tuits sobre los ejercicios, vídeos que muestran cómo es la navegación y los impresionantes paisajes o las recepciones a bordo de representantes de otras marinas aliadas.