La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, no descarta utilizar el gasoducto Nord Stream II, que conecta Rusia con Alemania por el Báltico, como parte del dispositivo de sanciones en caso de que Moscú decidiera una nueva intervención militar en Ucrania.
Esa posibilidad “dependerá de la actitud de Rusia”, afirma Von der Leyen en una entrevista publicada ayer en el diario económico francés Les Echos, en la que explica el comportamiento “extraño” que está teniendo en los últimos meses la compañía gasística estatal rusa Gazprom.
Según su relato, Gazprom cumple formalmente con los contratos pero “lo mínimo” ya que mientras otros operadores han aumentado las entregas de gas ante el aumento de la demanda y el incremento exponencial de los precios, ese grupo no lo está haciendo.
“La empresa, que pertenece al Estado ruso, siembra así dudas sobre su fiabilidad”, indica, y eso en un momento en que “Rusia ejerce una presión militar sobre Ucrania y utiliza el gas para presionarnos a nosotros. Por eso no se puede excluir Nord Stream 2 de la lista de sanciones, esto está muy claro”.
La presidenta del Ejecutivo comunitario considera que la situación por la crisis entre Rusia y Ucrania “es muy grave” y que aunque “esperamos y hacemos todo lo posible para que tenga una salida diplomática, nos tenemos también que preparar para un eventual fracaso”.
Y advierte de nuevo de que para la UE, “cualquier nueva escalada militar de Rusia tendrá consecuencias masivas”.
Eso incluiría cerrar el grifo de los capitales extranjeros a Rusia, controlar las exportaciones de bienes “críticos” como componentes de altas tecnologías para la inteligencia artificial o el armamento, para el láser o para actividades espaciales.
Von der Leyen hace hincapié en que Rusia “es fuertemente dependiente de Europa” en el terreno económico, ya que el 37% de su comercio exterior se hace con la UE, mientras que para los europeos globalmente Rusia supone un 4,8%.
Esa dependencia es todavía mayor en las inversiones extranjeras, ya que un 75% proceden de los Veintisiete, mientras que el flujo inverso supone únicamente un 1,9%. El principal problema de un dispositivo de sanciones para la UE sería su dependencia del gas ruso (cerca del cuarenta por ciento del consumo).
Para afrontar ese problema, la presidenta de la CE explica que se está trabajando para utilizar otras fuentes de energía, acaba de lanzar “una alianza energética estratégica” con el presidente estadounidense, Joe Biden y el lunes habrá “una cumbre sobre la energía” en Washington.
Además, hay conversaciones con otros países productores de gas, empezando por Noruega, Catar, Azerbaiyán y Egipto.
Preguntada sobre si la UE podría hacer frente a un embargo de gas ruso, su respuesta es que se ha “progresado mucho” desde que Moscú ocupó Crimea en 2014, ya que entonces los europeos tenían muchas menos capacidades para recibir gas natural licuado (GNL) que llega en barco de otros países productores.
Tensión con Alemania
Las complejas relaciones entre uno de los países referentes de la UE, Alemania, y Rusia se han enturbiado aún más por un conflicto de carácter informativo, protagonizado por la suspensión del canal en alemán del medio ruso RT y la prohibición de la cadena pública alemana en Rusia.
El ministerio de Exteriores ruso decidió este jueves retirar la licencia a la cadena pública germana y clausurar sus oficinas en Moscú en represalia por la decisión del regulador de medios alemán de prohibir la retransmisión del nuevo canal RT Deutsch.
Berlín y Moscú se acusan mutuamente de coartar la libertad de prensa y de opinión en una disputa que viene de lejos pero que se ha intensificado
“El momento es desfavorable, en vista de la situación política es como una gota más de aceite en el fuego,” afirmó Ingo Peters, profesor de ciencias políticas de la Universidad Libre de Berlín.
El experto en relaciones internacionales destacó sin embargo que ésta se produjo a consecuencia de que RT Deutsch comenzara a retransmitir por satélite el pasado diciembre sin disponer de la correspondiente licencia de emisión.
Desde el punto de vista alemán, señaló, “es un procedimiento puramente administrativo”, pero Rusia, en cambio, “lo interpreta en clave política”.