A día de hoy, el cartagenero –gaditano y andaluz, por tanto–, Arturo Pérez Reverte (n. en 1951) periodista de carrera, corresponsal de conflictos bélicos por medio mundo, hombre de mar hasta la médula (es capitán de yate) y apasionado navegante por más de siete mares, es un escritor en plena y aún fecunda madurez que conjuga en sus trabajos y días el ejercicio periodístico que iniciaba en 1973 en las populares páginas del madrileño Pueblo, dirigidas por el no menos popular y hasta conflictivo (dentro de un orden), Emilio Romero.
Tiempo después se iniciaba en la literatura narrativa con “El húsar” (1986), terreno en el que ha producido (narrador sólido y prolífico como es) más de una treintena de títulos; algunos, agrupados en series como las de el Capitán Alatriste o Falcó. Los premios son innúmeros, entre ellos el de la Crítica por “Línea de fuego”; el Jean Monnet por “La piel del tambor”, el Grand Prix policíaco por “El Club Dumas”, el Mediterráneo por “La carta esférica”, el de la Academia Sueca de novela detectivesca por “La tabla de Flandes” y otros varios a los que hay que añadirlos obtenidos en el ámbito de la prensa, que en países como Francia, Suecia, Dinamarca o Estados Unidos han elogiado algunas de sus mejores novelas.
Guionista de cine y televisión, ha visto no pocos de sus títulos en dichos medios. Se trata de un escritor polémico, crítico y disidente que con frecuencia opina de cuestiones de actualidad (materia política y cultural sobre todo) sin morderse la lengua, sin evitar la confrontación y los posicionamientos a contracorriente. La vida española, la historia (momentos o etapas como la Guerra Civil o los Siglos de Oro) sus hechos y figuras ocupan cientos de páginas narrativas o periodísticas. Miembro de número de la RAE, fundador de la revista literaria Zenda es narrador de sólido oficio, cultiva las historias de aventuras con claro predominio de la acción, la violencia y la elevada tensión en el rápido fluir de sus bien ajustadas tramas en las que reitera los escenarios marinos.
De esto es buen ejemplo su más reciente novela La isla de la mujer dormida (Alfaguara, 2024), cuya temática está en la línea de “El italiano” (2021) también de escenario marino, y también bélica como “Línea de fuego” (2020), esta narración, centrada en la Batalla del Ebro. En el frecuente relato de guerras y batallas el autor siempre destaca la presencia española y en nuestra contienda civil de 1936 se posiciona en el bando sublevado o “nacional”.
En este caso nos hallamos ante una historia de amor, de guerra y de espionaje y contrabando que discurre en 1937 por zonas mediterráneas como Grecia y Turquía; por el mar Egeo en el estrecho del Bósforo o las islas griegas. El protagonismo del marino greco-español, el capitán Miguel Jordán Mihailus, recio y solitario pero plano y unívoco se ve opacado por la atractiva y misteriosa, compleja y enigmática figura de lena Niklaievna de trágico destino y existencia a la deriva entre drogas soledades y sexo degradado. Ella, en una situación triangular entre el dominio y el sometimiento, junto al verismo de los combates entre barcos republicanos y la lancha torpedera de los franquistas, “La Loba”, o las conversaciones de los dos espías sobre el curso de la guerra son lo mejor de la novela.
Es de destacar, entre la antagónica conflictividad de los dos bandos, el equilibrio en el enfoque de ambos, así como el dominio del léxico bélico y el marítimo, el crescendo bien gradualizado de las situaciones de confrontación, la belleza de los frecuentes paisajes de mar y el cuidado engranaje estructural del conjunto en un ambiente enrarecido e inquietante, de incertidumbre y miedo.
Como detalle, digamos que El Ferrol (aún no “del Caudillo”) marca con su presencia la apertura y el cierre de esta novela que también registra la rebelión de la marinería republicana y su sangriento enfrentamiento con los oficiales y mandos de los navíos, suceso que provocó en la ciudad el desencadenamiento de las hostilidades.
Los ingredientes que el veterano escritor maneja hacen de “La isla de la mujer dormida” una novela que, desde un comienzo sosegado se mete en el lector cada vez más a fondo entreteniéndolo y recabando su atención fruto de la maestría en el oficio de contar de Arturo Pérez-Reverte.