a música desde siempre ha sido mi pasión tanto como practicante, por medio de distintos grupos en los finales de los años 60, como de seguidor de las corrientes musicales que nos llegaban desde fuera de nuestras fronteras, decantándome siempre por lo que me aportaron y significaron en mi vida aquellos cuatro jóvenes de Liverpool. Hago esta introducción para poder expresar en letra impresa lo que sentí, hace poco más de una semana, cuando asistí en el WiZink Center al concierto de Paul McCartney con el que retornaba a nuestra tierra después de largos seis años desde su última cita, y lo hacía con la gira ‘Got Back’, o lo que es lo mismo el anuncio de que estaba de vuelta.
Eran las 21.00 horas en punto cuando se apagaron las luces y un foco lo iluminó totalmente portando en su mano el contrabajo/violín, que le hizo famoso desde que lo compró en 1961, que le fue robado y que recuperó en febrero del presente año. Fueron momentos de excitación colectiva cuando el más músico de todos los Beatles, por lo menos para mí, entremezcló palabras en inglés y español para decir, como mucho gracejo: “Cómo estáis chulapos”. En ese momento el pabellón de deportes, donde estábamos más de 15.000 personas, se vino literalmente abajo.
Durante largas dos horas y media pudimos disfrutar de lo mejor de lo mejor de un hombre que lo ha dado todo por la música, que es capaz de reunir hasta cuatro generaciones, que cumplió 82 años, que en ningún momento detuvo su constante deambular por el escenario, que no bebió nada, y que tocó tres pianos distintos, cuatro guitarras –una española– una bandurria, un ukelele y tres contrabajos. Con sus canciones nos transportó en el túnel del tiempo seis décadas para atrás. Las letras y los estribillos los tarareábamos tanto los de mi quinta como los jóvenes a los que les llevo más de medo siglo. En ese momento se palpaba la felicidad de las miles de personas que no dejamos de aplaudir y acompañar al hombre que durante su carrera musical como grupo compuso en unión de John Lennon cerca de dos centenares de canciones, y de manera individual otro centenar que han hecho y siguen haciendo historia.
Habló de su amigo John Lennon, al que le rindió un muy merecido homenaje llegando a cantar una canción a dúo utilizando la última tecnología de audio y vídeo con la voz remezclada. El resultado fue espectacular y por un momento los que ya peinamos muchas canas pensamos que estaban nuevamente juntos…
Como digo en el titular del artículo espero que las actuales 82 primaveras musicales del Paul McCartney, sean muchas más y que el concierto de Madrid no fuera a modo de despedida. Los escenarios siguen siendo su hábitat natural y los seguidores de su música seguiremos siéndole fieles hasta el último momento. Su música siempre será eterna. Como nos lo recordó en el concierto dejando en el aire Penny Lane, Eleanor Rigby, Let it Be, Get Back o Hey Jude, por citar unas pocas de las más de treinta canciones que interpretó.