De balas y chalecos

La fragilidad del gobierno de coalición hace que cualquier percance trasmita siempre la imagen de la colisión o el abismo. Viene esto a cuento por la última crisis debida a la compra de balas a una empresa israelí. El órdago de Izquierda Unida, amenazando con salir del Ejecutivo, no ha sido tanto por las balas como por la presión de Podemos que, lanzados otra vez a conquistar el cielo o no perder hasta el suelo, les acusan de colaboracionistas y de faltar a sus principios.


El gran perdedor, porque alguna cabeza tenía que rodar en la trifulca, ha sido el ministro Marlaska, quien, por cierto, tiene poca tolerancia a las desautorizaciones. Su teoría de que si rompían el contrato se iba a tener que pagar seis millones de euros a la empresa israelí, es desmentida por los expertos, que aseguran que la penalización será solo del tres por ciento del coste total.


El debate ético sostiene que no se puede comprar ni vender armamento a un país que está cometiendo un verdadero genocidio en Gaza. Pero tampoco resulta ético tener que pagarles una cuantiosa indemnización, que se queden con las balas, y con ellas sigan matando mujeres y niños. Eso debió pensar Marlaska cuando dio la orden de no cancelar el contrato. Pero lo que no imaginó fue la reacción incendiaria de la izquierda de su propio Gobierno, que ha visto la oportunidad de escenificar su progresismo.


Por las declaraciones del también ministro, Óscar López, asegurando que Marlasca era “el mejor ministro de Interior”, se intuye que, calmado el socio, ahora preocupa que el juez diga: hasta aquí hemos llegado. Pero se le ha dado otro caramelo que es la autorización de comprar, a la misma empresa israelí, chalecos antibalas, también para la guardia civil.


Como la bravata de Izquierda Unida había dejado a Yolanda Diaz bastante descolocada en su propia coalición de SUMAR, se le autoriza a llevar al próximo Consejo de Ministros su propuesta de reducción de la jornada laboral. Queda por ver si los apoyos del Congreso suman los suficientes votos como para aprobar el proyecto, o se retirará antes de la votación.


El que sale ganando de este nuevo folletín es Pedro Sánchez, demostrando, una vez más, que donde manda patrón no manda marinero, y consiguiendo hacer pasar a segundo plano el incremento en el gasto de Defensa, exigido por la OTAN, y que también había sublevado a su izquierda. Pelillos a la mar. 

De balas y chalecos

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