En los últimos tiempos Vox es más noticia por los que se van que por los que se quedan, al tiempo que las encuestas les otorgan una subida en votos y escaños que no deja de ser sorprendente.
Vox forma parte de lo que se ha llamado ‘nueva política’ y, al igual que en su momento Podemos supo atraer a buena parte de la izquierda, ahora es Vox al que, a tenor de las encuestas, no solo atrae a la opinión pública que confío en ellos desde el principio de su existencia, sino que ha ido sumando voluntades sin que ello haya supuesto una sangría para el PP.
El partido de Abascal está buscando, y en cierto modo lo ha conseguido, un reconocimiento internacional al amparo de otros líderes europeos que forman parte de la extrema derecha. No es pues un fenómeno estrictamente español, aunque en el caso de España, Abascal está muy lejos de conseguir una posición similar a la de la italiana Meloni.
Cuando vemos este auge de la extrema derecha nos llevamos, con razón, las manos a la cabeza, pero no basta con eso, ni tampoco con erigirse en el Batman de la democracia como hace nuestro Presidente. Va llegando la hora de que los partidos tradicionales, socialdemócratas y conservadores, se miren para adentro y tengan la suficiente valentía para preguntarse en qué están fallando. Los votos a Vox, en el caso español, no surgen como esporas, ni todos los que les votan son incultos o zarrapastrosos. No hay que infravalorar la realidad.
Cabe preguntarse a continuación qué es lo que aporta Vox a la política española. Creo que nada interesante. Allá donde están se producen acciones faltonas, luchas culturales que, siendo legítimas, carecen de toda inteligencia política. Muchos se han ido y los que quedan dan la impresión de ir a lo suyo. Tan a lo suyo que creo que gobernar quizás les importe menos de lo que parece. Con influir, con tener un micrófono, y cierto protagonismo, tienen bastante. Tienen más de lo que nunca soñaron.
El dueño y señor es Santiago Abascal y algunos amigos que van de asesores y estrategas, pero un partido serio es mucho más que eso y aunque es verdad que la extrema derecha ha tomado un auge indeseado en muchos países de Europa, en España, Vox nunca sustituirá al PP. Ni tiene cuadros ni más propuesta que las palabras gruesas, que soluciones imposibles por inadmisibles y aunque se que hay gente para todo, me cuesta imaginar que haya millones de españoles que se rindan ante semejante realidad.
Los dos grandes partidos que, por desgracia para los ciudadanos y para la propia democracia, tienen en sus manos gran parte de la solución. No se trata tanto de enfrentarse a Vox como de estar muy atentos a lo que desea y aspira la ciudadanía y enfrentarse, de una vez por todas, a ese punto de realismo que hiciera imposible el auge de un partido que hasta el momento no ha aportado nada sustancial a la política española. Lo malo es que el PSOE por un lado y Vox por otro, están contentos con lo que hay. Millones de españoles, no.