Si consideramos bien lo que se entiende por sentido común, advertiremos que lo que pensemos y hagamos con ese transparente y positivo criterio, redundará en transparentes positivos resultados; y al revés, lo contrario.
Y no sólo lo referente a la inmigración, sino en los múltiples campos a los que pueda atañer: la educación, la seguridad, economía, política, libertad... Se usa, en general, poco el “sentido común” y menos, con frecuencia, en y desde los distintos gobiernos. No sé si servidor ahora mismo aquí.
Pues bien, de la inmigración a España, que nos está afectando mucho ahora mismo, y ya desde hace algunos años, daba mi modesta opinión, (como dijera Don Miguel Delibes, uno también puede opinar), hace casi dos años, que no sé si se quedó en el cajón, y que escuetamente basaba en los principios de ayuda, solidaridad, conciencia, etc., pero regida en marcos de convivencia, tolerancia, capacidad, sentido común en definitiva... que deben impregnar principios y decisiones así personales como políticas en general y hasta de hondo calado como suele decirse. Y que fundamentalmente, donde es imprescindible poner el primer remedio para evitar avalanchas, catástrofes y muertes, comercios y tensiones..., es en origen. Y para ello, tienen que implicarse los pueblos y las naciones afectados que, si bien se mira, somos casi todos; por unas u otras razones. Pero los actualmente organizados, bien sean OTAN, FAOS, Naciones con emigración..., para acordar decididas y decisivas medidas de: nuevos asentamientos, nuevas explotaciones, nuevos recursos..., de acuerdo con los Gobiernos respectivos y llevadas a cabo por comisiones sin ánimo de lucro y con formación y experiencia..., en los amplios sectores que atañan a cada caso.
Comisiones comunes con visiones muy generales y actos de conciencias universales.
Pues a nadie se le oculta ni escapa que una emigración-inmigración descontrolada e incontrolada y sin el sentido común comentado..., es negativa en sí y de perniciosos efectos en sus derivaciones o consecuencias.
Es de sentido común que, por muy buena voluntad que el pueblo receptor posea, si continuamos llenando la botella, ésta rebosa o explota, según que material; si donde hay comida, cama, etc., para diez (por ejemplo) se meten mil hambrientos..., la convivencia y la supervivencia..., acabarán en catástrofe, así al núcleo como a lo que le circunda o afecta.
Y todo ello, por falta de sentido común que, como insisto, hay que poner a la inmigración en España.