Cuando nos relacionamos, lo que decimos y hacemos, y de la misma forma, lo que no decimos y hacemos, tiene un impacto en el otro. En la actualidad, existe una influencia negativa en la vinculación afectiva desde el uso continuado y desmesurado de las redes sociales, al estar constantemente conectado a través de una pantalla. La psicóloga Lucía López habla sobre la responsabilidad afectiva:
- ¿Qué es la responsabilidad afectiva?
Por una parte nos encontramos la palabra responsabilidad o lo que es lo mismo, qué significa ser responsable. Responsable es el que responde ante una determinada situación. Por otra parte, encontramos el término afectivo. Este tiene que ver con las emociones, con nuestro mundo interno, con el mundo interno de los demás o con el mundo interno de la relación en la que estemos implicada. Los dos términos tienen mucho que ver en la responsabilidad afectiva: lo que yo hago, lo que yo digo y también, lo que yo no hago, tiene consecuencias en mí, pero también en los demás. En mi relación con los demás. Y viceversa, lo que los demás hacen o dicen, también tiene un efecto en mí y en la relación. Ese efecto es lo que sentimos, las emociones que sentimos en los vínculos.
La responsabilidad afectiva forma parte del autocuidado y también del cuidado de la relación. Somos responsables afectivamente cuando cuidamos los efectos, las emociones propias y las relaciones con otras personas.
Me parece importante ser responsable y hacerme cargo de lo que ocurre en la relación, pero también me parece importante no hacerme cargo de lo que no es mío. Permitir que la otra persona se haga cargo de lo que es suyo. Es algo que cuesta bastante en algunas ocasiones. Creo que es importante definir lo que es cuidar. Hay una definición que me gusta mucho que es: “cuidar es ayudar a crecer”. No crecemos sin responsabilidad. Crecer implica aprender a hacernos responsables.
- ¿Cómo se debe de trabajar?
Como es algo que afecta a las emociones, me parece básica la educación emocional. La responsabilidad afectiva no es solo responsabilidad afectiva, muchas veces son otras cosas que están implicadas y es por ello que, la mayoría de las veces se necesita terapia, porque no podemos hacernos cargo de nuestras emociones y de nuestro bienestar.
Hay dos términos fundamentales: la conciencia de qué significa la responsabilidad afectiva, cuándo estoy siendo responsable afectivamente y cuándo no. Qué actos y que decisiones me llevan a ser responsable y cuáles no. Y por otra parte, el compromiso con mi salud mental y la de la otra persona.
Me gustaría diferenciar por una parte la relación entre una persona adulta y un niño o una niña y las relaciones entre adultos. En el primer caso, tenemos que hacernos cargo absolutamente de todo lo que les pase, aunque no seamos nosotros los que provoquemos la situación. Porque recordemos que ser responsable es el que responde ante una determinada situación y no quien la provoca. A veces la provocamos nosotros y otras, viene provocada y eso no quiere decir, que no tengamos que responder ante ello. Como personas adultas, debemos enseñarles a los niños a hacerse cargo y para ello debemos hacernos cargo nosotros, siendo ejemplo de responsabilidad afectiva y sobre todo, respetando sus emociones.
Y después, generalizando, paso a hablar de las relaciones entre adultos, y es que hay algo que parece muy sencillo, pero que nos cuesta mucho hacer. Y es pedir perdón: “esto que acabo de hacer te acaba de hacer daño, lo siento”. Pedir perdón y ser modelo de responsabilidad afectiva nos cuesta mucho. Mis actos tienen una consecuencia en otra persona, y viceversa. No se trata de generar un sentimiento de culpa en el otro, porque para mi la culpa es precisamente lo contrario de la responsabilidad.
- ¿Qué problemas conlleva no ser responsable afectivamente con los demás? ¿Cómo daña a nuestra relaciones?
Si hablamos de infancia, podemos destacar que si nos hemos criado con adultos que no son responsables afectivamente el primer problema y un daño que es bastante común y que deja mucha huella, es que vamos a cargar nosotros con esa responsabilidad. Con la responsabilidad que los adultos no están cogiendo. Probablemente exista una inversión de roles. Esto quiere decir que voy a pasar a ser una hija que es madre de su madre o de su padre, cuando ese rol no le corresponde. Y eso se lo llevarán a la vida adulta y entonces, siempre cargarán con cosas que no le corresponden, con la carga que eso supone y la dificultad para cuidar de sí mismo. Porque si está cuidando de los demás constantemente, se va a olvidar de uno mismo.
En la vida adulta, no ser responsable afectivamente, hace un daño enorme a la relación. Si yo no estoy siendo responsable, la idea que estoy transmitiendo es que no me importa cómo nos sentimos en esta relación: ni como me siento yo, ni como se siente la otra persona. Nuestras emociones o nuestras necesidades no serían importantes aquí. Eso genera una sensación de inseguridad. Porque cuando necesite algo o cuando surja un conflicto, porque va a surgir, porque los conflictos son inherentes a todas las relaciones, pues es posible que no nos sintamos con la seguridad de que vamos a poder resolverlo, sin que eso implique la amenaza de perder el vínculo o de perder a la otra persona.
- ¿Crees que se educa correctamente sobre este tema?
No. Yo creo que la base de la educación y de cualquier aprendizaje es el ejemplo. Al hacernos adultos nos cuesta mucho hacernos cargo de nuestras necesidades emocionales, por lo general no somos un buen ejemplo para las generaciones que vienen. Y esto conlleva a una serie de consecuencias que luego vemos en el día a día.
- ¿Cuál es tu opinión sobre el ghosting? Una práctica tan de moda entre los jóvenes… ¿Están afectando las redes sociales?
Si piensas en lo que es realmente el ghosting, que no es otra cosa que una huida de la relación porque me cuesta responsabilizarme afectivamente de lo que sea que está ocurriendo, que puede ser bueno o malo, pero sin terminar de desvincularse porque me da miedo perder esa relación o la pérdida en general. Cuando hay ghosting hay un conflicto entre dos fuerzas opuestas: la que necesita vincularse y la que necesita desvincularse. Por lo tanto, no hago ni una ni la otra y dejo las dos a medias. Yo estoy deseando vincularme pero me desvinculo porque me da miedo o tensión o por experiencias anteriores.
Siempre ha existido ghosting, pero ahora hay nuevas formas de huida: tardar en responder a los mensajes conscientemente, no responder directamente, comunicarme solo a través de los likes de las redes sociales, cancelar citas en el último momento -antes de que exista la vinculación- o tener relaciones intermitentes, que me dan cierta sensación de que me puedo desvincular. Esas son las nuevas formas, pero siempre ha existido. Es una forma de irresponsabilidad afectiva, no poder hacerme cargo de esas dos partes -tanto la que necesita vincularse, como la que necesita desvincularse-. Y esto, no permite a la otra persona hacer el duelo de la relación. Si yo soy clara y dejo la relación, la pierdo y como me da mucho miedo perderla, busco algún método de enganche.
- ¿Cuáles son tus conclusiones sobre el tema? ¿Qué debemos de hacer para mejorar esto?
Cuidar nuestra salud emocional y nuestras relaciones es tan importante como comer, beber, dormir o lavarnos los dientes. Si realmente tenemos una dificultad para ser responsables afectivamente y para construir relaciones seguras y saludables, vamos a tener que trabajar en ello. Y para eso está la terapia. Necesitamos tener conciencia de nuestra forma de relacionarnos, que como ya sabemos desde la psicología, tiene mucho que ver con lo que hemos aprendido en nuestra infancia. Y a partir de ahí, debemos ir generando nuevas formas más adaptadas a nuestro bienestar actual. Porque la forma en la que aprendimos a relacionarnos está muy adaptada a lo que nos ocurrió, adaptada a ese determinado contexto, pero ahora necesitamos trabajar las relaciones de otra manera.