Pese a que la mascarilla ya no es obligatoria en la mayoría de espacios interiores, hay personas que por motivos de salud, tranquilidad o costumbre han decidido seguir llevándolas. Los expertos creen que siguen siendo útiles aunque los demás no la utilicen por la protección individual y colectiva que suponen en un momento en el que el virus sigue circulando con una alta incidencia.
En declaraciones a Efe, el presidente de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), Marcos López Hoyos, precisa que quienes deberían llevarla en interiores son aquellos con sintomatología, no solo de covid, también catarral o pseudogripal, para evitar que expulsen fluidos y proteger así de infecciones al entorno que no la lleva.
López Hoyos advierte de que la ocupación hospitalaria irá a más porque "el vaso rebosa" y aunque la gente está protegida por la vacunación y no habrá una explosión brusca de covid, usar mascarilla en interiores es una medida que se debería seguir manteniendo ante la posibilidad de una nueva ola que espera "no sea tan importante como la de Navidad".
También en declaraciones a Efe el catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública e integrante del grupo Covid de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen), Vicente Martín, defiende seguir usando la mascarilla independientemente de lo que haga la mayoría de la población porque aunque los demás no la usen, esta sigue aportando beneficios.
A juicio de Martín para quitarse la mascarilla en interiores habría que tener en cuenta la cantidad de aire que se comparte porque "en aquellos lugares en que se toque a menos metros cúbicos por persona, mayor riesgo hay de enfermar e infectarnos".
Este experto en Medicina Preventiva y Salud Pública señala que según un estudio reciente publicado en la revista Nature, los gimnasios están entre los lugares de mayor riesgo porque "la gente corre, exhala, tiene mayor frecuencia respiratoria, con más potencia genera más aerosoles por lo que es muy recomendable usar la mascarilla FFP2 que cierra bien y dificulta el contagio".
Otros escenarios de riesgo donde llevar mascarilla es recomendable, sin que importe lo que haga el resto de la población, serían los restaurantes, bares, hoteles, mercados de segunda mano, oficios religiosos y tiendas de mascotas.
Martín recuerda que la mascarilla aporta más beneficios cuanta más gente la lleve y cuando ese porcentaje alcanza el 80 % es como la inmunidad de grupo, funciona como un escudo que corta la cadena de transmisión y si alguien que la porta se infecta, no contagia por lo que está protegiendo incluso a los que no se vacunan.
Entiende este experto que la mascarilla en los colegios es eficaz pero no efectiva porque es muy difícil que los niños las mantengan bien puestas.
Martín sostiene que en los colegios funciona al revés y es el profesor el que protege a los alumnos porque es el que mas riesgo tiene de contagiar, habla en voz alta, vocaliza y expulsa más aerosoles y hay más riesgo de brotes.
Admite que en las escuelas es una medida controvertida porque es un escenario complicado que requiere mucho esfuerzo por parte de todo el mundo y la gente se fatiga.
Y además depende de la tasa de infección y si la incidencia es baja no haría falta, pero esto es algo que ahora no sucede por lo que es recomendable que el profesor lleve FFP2, para protegerse él y proteger a la clase.
Este experto también advierte de la diferencia entre usar una u otra mascarilla. La FFP2 es la más efectiva "porque cierra, hace el vacío y es muy difícil el contagio aunque también depende de la cantidad de virus que haya en el ambiente".
Algunos estudios estiman la protección de las mascarillas FFP2 en 27 horas mientras que las de tela protegen solo 27 minutos. Para Martín, estos datos son discutibles e insiste que sea cual sea la mascarilla que se utilice, "vale más tenerla que no tenerla".
Sobre el uso reciclado también dice que es mejor llevar una muy usada o mal puesta que no llevarla aunque lo ideal es colocársela bien, tapando boca y nariz y cerrando los huecos porque de ello dependerá su efectividad.
No obstante, este experto aplaude la decisión del Gobierno de eliminar la obligatoriedad en interiores y dejarlo a la voluntariedad de la gente porque "imponerlo demasiado tiempo podría hacerlo casi policial, y así se resuelven muy pocas cosas".
Tanto López Hoyos como Vicente Martín coinciden en que la eliminación de la mascarilla en interiores responde a la fatiga pandémica.
Según, López Hoyos, se trata de "un mensaje de relajamiento, decir que el virus no está aquí" y se entiende más desde el punto de vista político, social y económico.
Mientras Martín considera que "la presión de mantener la obligatoriedad de la mascarilla en interiores más allá de lo razonable podría tener una contestación social e incluso gente que está a favor se la podría quitar como muestra de cansancio o protesta".