Desde hace más de 15 años, los vecinos del bloque 1 de la calle Masaia, en el barrio de Caranza, vienen reclamando al Concello de Ferrol que solucione el histórico problema de falta de accesibilidad de sus viviendas, desde las que únicamente se puede llegar a la calle a través de escaleras. La situación se ha visto agravada últimamente porque uno de los residentes en el inmueble, Redosindo Lage Rodríguez, se encuentra en silla de ruedas a causa de una enfermedad que le ha dejado paralizado el lado derecho del cuerpo.
Su hija, Teresa Lage, está removiendo Roma con Santiago porque no se resigna a que su padre tenga que verse encerrado en casa por las barreras arquitectónicas que hay en el exterior de su edificio, situación que ya fue puesta en conocimiento del Concello de Ferrol en numerosas ocasiones a lo largo de los últimos años. De hecho, los vecinos cuentan con una memoria de la Oficina Técnica sobre los trabajos que serían necesarios para solucionar el problema, elaborada en la época en la que el socialista Amable Dopico era concejal de Obras, en el gobierno bipartito de PSOE y BNG.
Teresa Lage lucha por el caso de su padre, pero sus vecinos, que se suman a la reclamación, ya venían demandando la construcción de al menos una rampa de acceso desde hace mucho tiempo, porque ya hubo más residentes en silla de ruedas que murieron o tuvieron que dejar sus viviendas por este problema, que también supone un impedimento para el acceso de ambulancias.
El último escrito se presentó en el Concello el pasado día 3 de marzo y, al parecer, la respuesta que les dieron en la oficina de Obras es que no hay dinero para ejecutar esas obras.
La Asociación de Diversidade Funcional de Ferrol e Comarcas también se adhiere a esta demanda.
La situación afecta al bloque 1, en el que hay 52 viviendas, cuyos propietarios son los que ahora están demandando soluciones, pero también se encuentran en la misma situación las torres 2 y 3 de la misma calle Masaia. Se trata de edificios que están situados a una cota más alta que los viales, rodeados de escaleras por todos los lados. Únicamente disponen de unas rampas que no se pueden considerar como tales, ya que tienen una pendiente de un 50% –tienen que ser de un 4%– y constan de dos filas de piedra separadas que representan un peligro para sillas de ruedas o cochecitos de bebé.
Los vecinos de la torre 1 instalaron, por su cuenta, una rampa de salida del portal, que de nada sirve si después se topan con las escaleras.