Ferrol está a punto de finalizar el primer mandato municipal con mayoría absoluta, el gobierno más estable –como no se cansan de repetir los populares– que ha tenido la ciudad. Pero precisamente por la excepcionalidad que ha supuesto este respaldo masivo a una opción política parece complicado que se repita. Y a poco más de dos meses de las elecciones municipales, el panorama con el que se encontrarán los votantes el próximo 24 de mayo resulta todavía, en gran medida, una incógnita.
Partido Popular, PSOE y BNG tienen ya candidato, pero también lo ha elegido Esquerda Unida aunque la intención de esta formación política –tras haberse apartado de la fórmula de la Marea Ártabra– es constituir un frente más amplio en el que, en principio, participarían también Anova y Podemos, con listas abiertas y una fórmula similar a la de Ganemos. La Marea elegirá a su propio cabeza de lista el día 20 y desde esta plataforma, constituida ya como partido, se asegura que militantes de las formaciones políticas que ahora trabajan en una candidatura de amplio espectro siguen con ellos. UPyD también tiene cabeza de lista y Ciudadanos ha confirmado asimismo que participará en las elecciones. A esto se suma la incógnita de Independientes por Ferrol, que todavía no ha desvelado si irá a las elecciones.
El politólogo y periodista Anxo Lugilde, uno de los principales analistas políticos gallegos, ha diseccionado para Diario de Ferrol las claves de un escenario que, en principio, no le sorprende. “Aunque pueda parecer un poco obvio, diría que la política actual de Ferrol es muy ferrolana. Es la ciudad gallega que desde la reconversión naval muestra los mayores índices de fragmentación y de mayor conflictividad interna dentro de las organizaciones locales de los partidos. Como vivimos tiempos de gran atomización en España y Galicia, según se puso de manifiesto en las europeas del año pasado, resulta hasta natural que en la capital gallega de la fragmentación política, Ferrol, ese fenómeno parezca exacerbarse en vísperas electorales”, sostiene.
el disenso
Pero para Lugilde, la atomización en sí no es mala –“la hay en Suiza, un modelo de la democracia consensual”, recuerda–. Lo “patológico” de la sociedad ferrolana, indica, es que “no solo no se haya asentado la cultura del acuerdo, sino que impere una lógica del disenso, heredera de las escisiones históricas de una sociedad tradicionalmente muy segmentada”. A su juicio, fue precisamente la insatisfacción frente a esa “dinámica perversa” de la falta de consenso la que explica el cambio en el último ciclo electoral municipal ferrolano, con un rebrote del bipartidismo que comenzó a percibirse, señala, en 2007, cuando el PSOE consiguió el mejor resultado desde la reconversión naval, y sobre todo en 2011 con la mayoría absoluta del PP.
Esta reacción no dejó a un lado, sin embargo, lo que Anxo Lugilde denomina la “ley del péndulo electoral ferrolano”, que explica del siguiente modo: “si nos olvidamos de las siglas y observamos la política ferrolana a través de los bloques ideológicos, vemos que desde la reconversión hay una alternancia continua en la plaza de Armas en mayorías de centro-izquierda y de derechas. En 1979 y 1983 hubo una clara hegemonía de centro-izquierda, liderada por el PSOE, dinámica que se rompió a partir de la reconversión impuesta desde Madrid por el aparato central socialista. En ese momento empezó a girar el tiovivo. En 1987 hubo mayoría de centro-derecha de AP-CDS. En 1991, de centro-izquierda, de PSOE-EU, y sin que el BNG hiciese falta. En 1995, de derechas, PP-IF. En 2007, de centro-izquierda, BNG-PSOE. En 2003, de derechas, PP-IF. En 2007, de centro-izquieda, PSOE-EU y de nuevo sin que el concurso del BNG fuese necesario. Y en 2011, de derechas, con el PP y sin que IF hiciese falta”.
A la vista de este análisis cabe preguntar qué pasará en este 2015. Para el politólogo no hay duda: toca mayoría de centro-izquierda. “Desde la distancia no me parece que haya cambiado el motivo fundamental de la lógica pendular, que es el fracaso del sistema político para hacer frente al declive de la ciudad, pues este, al combinarse con la crisis general, parece incluso acentuarse, si cabe. De todos modos, yo no esperaba que Irisarri fuese el más votado en 2007 ni que Rey Varela tuviese la mayoría absoluta en 2011, lo que sí tenía claro era en qué dirección se iba a mover el péndulo en cada caso. Eso hasta ahora fue mucho más fácil de predecir que la correlación de fuerzas que va a haber en cada bloque dominante”, justifica.