La ciudad de Ferrol nunca se caracterizó por la defensa y puesta en valor de su Patrimonio Histórico. A lo largo de su historia ha sufrido una continua pérdida de su patrimonio e identidad cultural, muchas veces llevado fuera de la urbe y en otras ocasiones desaparecido a causa de la desidia del propio Concello.
Durante el siglo XX se perdieron dos interesantes edificios de la Ilustración: el antiguo edificio del Concello de Ferrol, situado en el paseo de las Delicias, y el viejo caserón de los Caamaño, levantado en la calle Dolores. Como obras pertenecientes al Patrimonio Industrial, se derribaron en fechas recientes el notable edificio de la Escuela Obrera de Bazán, y las fábricas de la Pysbe, Hispania, Peninsular Maderera y Fenya.
Hace años se vendieron como chatarra los cañones Vickers de grueso calibre, que habían sido instalados durante los años 1920 en las baterías artilleras de Montefaro, Campelo, Prior y Prioriño, en vez de conservarlos como recurso patrimonial y turístico en sus emplazamientos de excepcionales vistas atlánticas.
En el maltratado Parque Municipal han desaparecido de la vista pública diversos monumentos, esculturas y bustos. Asimismo se han perdido diferentes tallas religiosas de las iglesias ferrolanas, incluso pasos completos pertenecientes a la Semana Santa. Y así, a seguir, todo ello ante la incapacidad manifiesta por parte del Concello de crear ese necesario y demandado Museo de la Ciudad.
En otro aspecto, debe recordarse que muchas ciudades españolas y extranjeras conservan como recuerdo patrimonial o como recurso turístico los buques que están ligados a la memoria histórica de la ciudad. Como ejemplos están desde el clipper Cutty Sark en Greenwich o el galeón Vasa en Estocolmo hasta el acorazado Missouri en Pearl Harbour o el submarino Isaac Peral en Cartagena.
Mientras tanto Ferrol fue incapaz de conservar alguno de los numerosos buques que marcaron su historia marítima, caso de la fragata Asturias, que fue Escuela Naval flotante, el crucero Canarias, la fragata Baleares o incluso el yate Azor. Como ejemplo vergonzoso cumple citar el triste caso del velero Galatea, que, durante más de sesenta años estuvo basado en Ferrol como buque escuela de la Armada, primero navegando y luego como pontón amarrado en el Arsenal.
Dado de baja en la Armada, el velero Galatea fue llevado a Sevilla el año 1985 con la intención de que fuese adaptado como Centro de Comunicaciones de la Exposición Universal. No fue así y el buque quedó prácticamente destrozado en los muelles de la ciudad sevillana, hasta que el año 1993, tras una subasta, fue llevado a remolque hasta el puerto de la ciudad inglesa de Glasgow, donde había sido construido el año 1896, siendo rehabilitado y convertido posteriormente en un atractivo y visitado museo flotante.
Se perdió así de forma vergonzosa para Ferrol, que no supo retenerlo pese a los esfuerzos realizados por algunas pocas personas y asociaciones ciudadanas, un buque que conservaba la memoria naval de la ciudad, una embarcación por donde pasaron destinados centenares de ferrolanos, que aún recuerdan con nostalgia al buque velero.
Hoy prácticamente solo queda como recuerdo del buque escuela Galatea en nuestra ciudad su artístico mascarón de proa y algunas piezas del buque en el Museo Naval, además de una canción en ritmo de polca en el imaginario popular. La triste historia del buque se describe en un libro recientemente publicado, patrocinado por Diario de Ferrol, donde se narran las vicisitudes de un velero tan ligado a una ciudad que no supo conservarlo. La publicación está profusamente ilustrada con diferentes imágenes del Galatea a lo largo de sus más de 120 años de vida.