Dos víctimas de la banda terrorista ETA lamentaron ayer la “manga ancha” que a su juicio se está teniendo con los presos de ETA, en el marco de una política de llevarles a Euskadi y de dar las competencias penitenciarias al Gobierno Vasco, y dijeron que se sienten “olvidadas y solas”.
Estas reflexiones fueron expresadas por Gerardo Arín, hijo de un empresario asesinado por ETA en 1983 en Tolosa (Guipúzcoa), y por Ana Díaz, hermana de un policía al que la banda mató en 1991 en Barcelona, en las VIII Jornadas organizadas por la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) en colaboración con la Universidad Francisco de Vitoria.
Arín mostró su preocupación porque a su juicio el hecho de que el Gobierno de España haya traspasado al del País Vasco las competencias penitenciarias “puede suponer manga ancha” para los presos de ETA. Asimismo mostró su temor a que se sigan celebrando recibimientos a etarras “que a nivel psicológico hacen mucho daño ya que en ellos los asesinos son vitoreados como héroes”.
Por su parte Ana Díaz ha lamentó que ahora a las víctimas se les tiene “en el olvido porque ETA ya no existe y parece que hay que soltar a los asesinos”.
Por su parte, la presidenta de la AVT, Maite Araluce, aseguró: “En estos momentos las víctimas nos sentimos más humilladas, vilipendiadas y denostadas que nunca” e “impotentes ante el fin de la política de dispersión de los presos de ETA”.
Recordó que el Gobierno llevó a cárceles vascas o próximas a ellas a 202 presos de ETA “cuando dijo que iban a ser traslados puntuales para reclusos sin delitos de sangre”.
Araluce dijo de que estos traslados afectaron a casi 300 víctimas del terrorismo y que el 80% de ellas “han sufrido efectos negativos”, ya que además van acompañados de progresiones de grado penitenciario.