Teresa Muíños Rodríguez, presidenta de la Asociación Alfombras Florales de Ares, no descansa. No solo la víspera de la fiesta sino desde que comienzan los preparativos de todo el material natural que servirá de ingrediente para las alfombras florales de Ares.

Ayer mismo, las personas que se encargan de estas labores –mujeres, principalmente– salieron de nuevo al campo a por pampillo y a por hortensias. “El mal tiempo hace que haya menos”, explica Teresa.
Están ya con los últimos retoques tras meses de “quedadas” tardías para pica flor y verde. Ahora están ya con el pintado de las calles. Esos modelos que serán rellenados de colores para hacer las delicias de quienes las contemplen.

Durante estos días se han llenado los cinco puntos de trabajo que se organizan para este fin –picar y  organizar el verde, distribuir las cajas e pintar las calles son algunas de las tareas de las que se responsabilizan vecinas y vecinos aresanos–, un ejemplo, como destacan desde la propia asociación organizadora, de “compromiso co mantemento desta tradición que aúna arte, cultura e flores”.

Con el reto final de que conseguir que las Alfombras Florales de Ares perduren en el tiempo, no ese día, sino como una tradición que se transmita de generación en generación, Teresa apunta que parece que sí habrá relevo generacional. En el trabajo del día a día se cuenta con desde una señora de 84 años hasta un niño de año y medio que aunque no ayuda, sabe que en ningún sitio se está como entre flores.