Ana María Quiza y Natalia Novo tienen una bonita casa familiar en la zona rural de San Xiao, en Cariño. Completamente reformada, la vivienda podría ser el deseo de cualquiera salvo por un detalle más que importante: no tiene luz. La vida en pleno siglo XXI se convierte en harto complicada para esta madre y su hija, una situación en la que se encuentran varios inmuebles de la zona y hasta un local de hostelería. Los generadores se han convertido, por fuerza, en sus mayores aliados para paliar un problema que se prolonga en el tiempo.
“La vivienda la tenemos desde 1942, era de mis bisabuelos. Con el paso de los años la reformamos por completo y pusimos un generador para poder tener luz. Pero mi madre tiene un piso en alquiler en Cariño porque se hace casi imposible vivir ahí”, explica Natalia Novo, que añade que los postes eléctricos que se colocaron en su día para llevar la luz hasta el Faro Cabo Ortegal siguen presentes pero inoperativos. “Hace 10 años que el faro se alimenta de placas solares y la electricidad ya no llega hasta allí, pero los postes sí que están colocados por la carretera que cedieron los vecinos para poder llegar hasta el faro, con la promesa de que la luz también llegaría a sus casas”, añade.
Esta carencia convierte en toda una odisea las tareas habituales en una vivienda. “Hay que encender el generador en las horas en las que vayas a utilizar la luz. Nosotros tenemos ya una cocina de butano para no tener que depender de la electricidad”, comenta Novo, “pero si quieres poner una lavadora o calentar algo en el microondas, hay que tirar de generador”, apunta, añadiendo que “las neveras que se llevan a la playa nos facilitan mucho las cosas. Las llenamos de hielo por las noches. Tenemos que comprar las cosas al día, para que no se pierdan”, lamenta.
Como curiosidad, estas vecinas hacen hincapié en que tan solo disponen de luz en su vivienda una vez al año: el de la Romería de San Xiao do Trebo. “Para poner la orquesta y demás actividades de la fiesta conectan la luz y nos la ponen también en nuestra casa y a los dueños del bar”, afirma.
“Desde que tengo recuerdos, mi madre ha tratado de que este tema se solucione, acudiendo al Ayuntamiento y hablando con los diferentes alcaldes. Pero parece que la solución nunca llega”, comenta Natalia Novo. En este sentido, el ejecutivo local ha iniciado los trámites con la Autoridad Porturaria (propietaria de los terrenos donde se ubican los postes de luz) para su cesión, con el objetivo de dar este servicio básico a las viviendas de la zona.
“Los generadores tienen un coste muy elevado, de unos 6.000 euros, y a eso tienes que añadirle el precio del combustible. Un depósito de 15 litros puede mantener la casa durante 15 horas. A litro por hora”, ejemplifica. “Nosotras casi habíamos tirado la toalla después de tanto tiempo luchando por esto. Da mucha rabia ver que otras personas compraron casas en la zona para reformar y que no pueden hacerlo por la falta de luz”, afirma.