El gol que el pasado lunes marcó Josu Dorrío no sólo fue el tanto que reconducía al Racing hacia la victoria y daba un muy necesario respiro a equipo y afición en esta dura batalla que es la Segunda División. La diana del extremo estuvo seguida por una celebración entendible posteriormente merced a un post en sus redes sociales en las que recordaba a su “aitite” –abuelo– y le agradecía “enseñarme que hay que luchar hasta el final, se gane o se pierda”.
Y esta sabia filosofía fue la que puso en liza tanto el futbolista como el resto de sus compañeros en el partido ante el Levante y que les valió para que la lucha terminase, en esta ocasión, en triunfo. “Fue la enseñanza que me dio, y cambié el chip. Muchas veces, ahora con el fútbol, estamos muy preocupados, nos enfadamos mucho por tonterías en el día a día y realmente en esos momentos te das cuenta de lo qué realmente es importante en la vida”, contaba emocionado el futbolista. “Le vi luchar hasta el final y él sabía el resultado, sólo había uno. Hay que luchar hasta el final”.
Una diana con un gran valor emocional y asimismo material en forma de tres puntos que llegó fruto del trabajo realizado en la “semana larga” que el Racing pudo vivir debido al aplazamiento ante el Burgos. “Es una de las cosas en las que no ha hecho mucho hincapié el ‘míster’. Para que hagamos más goles se tienen que dar situaciones de llegar mucho y con mucha más gente al área. Y lo vi claro”, relata el vasco sobre su segundo gol de verde.
“Trabajamos tener esa movilidad arriba. Lo interpreté bien, el balón al espacio de Señé a Eneko y en el momento que le vi que le había caído de banda y no había nadie ocupando la situación en el área, no lo dude. Me cayó a mí, pero también recuerdo a Raúl cerca”.
Poco más duró la celebración de una diana que puede ser salvadora, ya que como recordaba el extremo “todo es mucho más agradable y positivo”, relataba que “esto no para. Estamos lejos del objetivo. Tenemos menos oportunidades que los demás, tenemos que estar más acertados que los demás. Ahora a olvidar un poco el partido. Estamos contentos pero no vale de nada si otra vez no mostramos esa cara del otro día”, sentenciaba.
Y esa es la que tendrán que mostrar en el choque de este sábado ante el Castellón en un campo de A Malata que, a diferencia de 2023, es ahora uno de los puntos débiles ferrolanos. “Castellón es buen equipo y sacar los tres puntos en casa es fundamental. El lastre que llevamos es que no los estamos consiguiendo en A Malata y es ahí por donde mayormente pasa estar bien asentado en la clasificación”.
Conscientes de que la presión va a ser su compañera hasta el final de temporada –una situación por la que el jugador pide “al entorno que nos aguanten un poco, que esta temporada va a ser durilla, pero es lo que toca”– en este trayecto habrá otros acompañantes, como es el retornado Heber Pena, su reflejo en la otra banda, en esta senda en la que “los que nos quedamos podemos ser los héroes o los villanos”.
“Brais –Martínez– me lo comentaba un poco en broma ‘ya sabes que cuando la coja, ya sabes lo que tienes que hacer”, contaba entre risas antes de la puesta en escena del dúo Pena-Dorrío, “está claro que cuando juegue Heber ya sabré donde tengo que aparecer y si no aparezco ahí, será culpa mía”.