La concejala de Seguridade, Pamen Pieltain confía en que, poco a poco, pueda conseguirse el objetivo de conciliación del desarrollo de la hostelería y el descanso de los vecinos, evitando que el ocio nocturno tenga la calle como punto de referencia.
¿Qué es más preocupante actualmente el consumo en menores o los horarios y ruidos nocturnos?
Para mí más preocupante es el consumo de los menores en la calle. Se han detectado de hasta 12 o 13 años y eso hay que controlarlo. Las horas de cierre se cumplen bastante bien, sobre todo desde la reunión que hemos mantenido antes de Navidad, y si alguno no lo hace habrá que sancionarlo. La música tampoco está excesivamente alta, el problema es que la fiesta está en la calle y hay más ruidos.
¿Cuáles son los problemas que les han planteado las entidades vecinales de A Magdalena?
Los vecinos se quejan del ruido y de la suciedad. Por eso, además del control de salida con bebidas al exterior de los locales –lo que implica contar con porteros u otra figura por parte de los establecimientos– hemos hablado con Urbaser, de modo que se pueda adelantar la recogida de basura a, por ejemplo, las seis de la mañana y que cuando los vecinos se levanten ya estén limpias las calles.
Los hosteleros están de acuerdo con una mayor regulación y ya colaboran con las medidas que se les indicaron
Antes había el problema del botellón en zonas como el Cantón, ¿se ha trasladado este a las calles de A Magdalena?
En el “cenicero” es ya inexistente. Queda un poco en zonas puntuales como frente al Jofre, pero está bastante controlado. Antes la calle Pardo Bajo era la más frecuentada y en la que más se bebía fuera, ahora es la Magdalena. Por ahora los controles serán ahí, después habrá que ver cómo funciona y si es necesario ir a otras zonas o barrios se ampliarán.
¿Y cómo se ha tomado estas medidas el sector de la hostelería?
Ha habido reuniones con entidades vecinales y con la de hosteleros de Ferrol y dueños de pubs y bares. Los hosteleros dicen que no sirven bebidas a menores y cuando lo sospechan les piden los documentos. Pero siempre hay amigos que pueden comprarles o incluso llevan ellos mismos la bebida y la toman fuera. A los propios hosteleros les parece necesaria una mayor regulación porque les supone una ayuda a la hora actuar.